2 noviembre | Adolescentes

EL DIOS DE TODA CONSOLACIÓN

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.» 2 Corintios 1: 3,4

¿Te ha pasado que algo te pone triste, como perder un juego o tener un mal día en la escuela, y alguien viene y te da un abrazo o te dice palabras amorosas, y te hace sentir mejor? Eso es consolación: ayudar a alguien a sentirse menos triste y tener más esperanza. Es saber que alguien necesita consuelo y actuar en consecuencia.

En 2 Corintios 1: 3-5, la Biblia nos enseña que Dios es el Dios de toda consolación. Esto significa que Él es el mejor en hacer que las personas se sientan consoladas cuando están tristes o pasando por momentos difíciles.

Dios entiende cada uno de nuestros sentimientos y siempre está cerca para ayudarnos. Este es uno de los motivos por los que Jesús vino a la Tierra: para entendernos. Él comprende cada dificultad, porque ya la vivió antes. Jesús es como un amigo que sabe exactamente qué decir o hacer para que te sientas mejor. Y lo hace no solo con palabras, sino también con el amor y el cariño que sentimos en el corazón.

Y lo más bonito es que, cuando Dios nos consuela, también nos enseña a consolar a los demás. Si ves a un amigo triste, puedes compartir un poco del consuelo que Dios te ha dado. Una palabra amiga, un abrazo o incluso un dibujo pueden ser buenas maneras de mostrar consuelo.

En Acción:

Esta semana, ¿qué tal ser un ayudante de Dios y llevar consuelo a alguien? Si encuentras a alguien triste o necesitando ayuda, ofrécele una sonrisa, una palabra amable o un gesto cariñoso. Verás cómo un poco de consuelo puede hacer que un mal día pueda convertirse en uno mejor.