7 noviembre | Adolescentes
«Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» 2 Corintios 12: 9
A menudo, las cosas que consideramos nuestras mayores debilidades pueden convertirse en nuestras mayores fortalezas. Es como la historia de un niño que no tenía uno de sus brazos y comenzó a practicar judo para despejarse. Aprendió un movimiento especial y fue inscrito en un campeonato estatal. ¿Puedes imaginar a un niño así luchando contra chicos con más experiencia y sin ninguna discapacidad? ¿Qué esperarías? Pero adivina qué... ¡Ganó! ¿Cómo fue posible? Bueno, para escapar de ese único movimiento que él conocía, los oponentes necesitarían agarrar el brazo que él no tenía. Así que su adversidad se convirtió en su mayor ventaja.
En 2 Corintios 12: 9, Dios dice: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Esto significa que incluso en nuestras debilidades y desafíos, la gracia de Dios está con nosotros, haciéndonos fuertes. No necesitamos ser perfectos ni tener todas las respuestas. A veces, en nuestras mayores dificultades es donde encontramos nuestra verdadera fortaleza.
Dios utiliza nuestras debilidades para mostrarnos cómo Su gracia y poder operan de maneras increíbles. Al igual que el niño que practicaba judo, podemos encontrar formas únicas de superar desafíos y percibir la gracia divina en nuestras vidas. Nuestras debilidades no son razones para desanimarnos, sino oportunidades para que Dios muestre Su amor y poder en nuestras vidas.
En Acción:
Esta semana, piensa en algo que consideres tu debilidad. Puede ser algo con lo que tengas dificultades o una situación que te ponga nervioso. Luego, intenta encontrar una manera de convertir esa debilidad en fortaleza. Puede ser aprendiendo algo nuevo, ayudando a otra persona con el mismo desafío o simplemente aceptando esa parte de ti con confianza. Recuerda, ¡Dios está contigo, transformando tus debilidades en fortalezas!