9 noviembre | Adolescentes

EL FRUTO DEL ESPÍRITU

«Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.» Gálatas 5: 22-25

¿Te has dado cuenta de que en Gálatas 5: 22-25, cuando la Biblia nos habla sobre «el fruto del Espíritu», lo dice en singular y no en plural? Es decir, es «el» fruto, no «los» frutos. Pero ¿cómo entender mejor estos versículos? Para simplificar, es como si el fruto del Espíritu fuera una mandarina, con varios gajos, pero aún así un solo fruto. ¿Y adivina cuál es el gajo principal de ese fruto? ¡El amor!

Este fruto tiene características como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la benignidad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio. Todos estos «gajos» juntos forman el fruto del Espíritu. Pero es el amor el que da sabor a todos los demás. Sin amor, los otros gajos pierden su verdadero valor o, ya que estamos hablando de frutas, su verdadero sabor.

Pero mira, aprender a ser más amoroso no siempre es tan fácil, especialmente con personas que no nos aceptan o respetan. Pero es exactamente eso lo que el fruto del Espíritu nos enseña a hacer. El amor del Espíritu Santo en nosotros nos ayuda a amar incluso a aquellos que son difíciles de amar. Ese amor que viene del Espíritu no es solo un sentimiento; es una acción. Se demuestra a través de la manera en la que tratamos a los demás, cómo les hablamos y cómo actuamos, incluso cuando nadie nos está viendo. ¡Es un amor que puede llegar a ser extra dulce! ¡Como una mandarina!

En Acción:

Toma una mandarina y comparte sus gajos con personas a tu alrededor. Puede ser con amigos, familiares, o incluso con alguien que no conozcas muy bien. Mientras compartes cada gajo, piensa en cómo cada parte del fruto del Espíritu también puede ser compartida en tu vida diaria.