1 febrero | Adolescentes
«Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el Tabernáculo de reunión, diciendo:… Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de vosotros ofrezca ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda.» Levítico 1: 1-2
En el libro de Levítico, Dios dio instrucciones detalladas al pueblo de Israel sobre cómo debían adorarlo y ofrecer sacrificios. Estas ofrendas tenían diferentes propósitos y significados, ayudando al pueblo a acercarse a Dios de diversas maneras. Aquí están algunas de las principales ofrendas y lo que representaban:
- Ofrenda de Holocausto (Levítico 1): Esta era una ofrenda completamente quemada en el altar, simbolizando la dedicación total al Señor. Era como si la persona estuviera diciendo: “Dios, te ofrezco toda mi vida”.
- Ofrenda de Cereales (Levítico 2): Esta ofrenda consistía en granos finos, pan o granos tostados, representando la gratitud y el reconocimiento por las bendiciones y provisiones de Dios. Era una manera de agradecer a Dios por la comida y por todo lo que Él proveía.
- Ofrenda de Paz (Levítico 3): Esta era una ofrenda de agradecimiento y comunión, donde, una parte de la carne se quemaba en el altar, mientras otra era destinada para los sacerdotes y otra parte volvía al oferente y su familia para que la comieran. Simbolizaba la paz y la comunión entre Dios, los sacerdotes y el pueblo.
Cada una de estas ofrendas tenía reglas específicas sobre cómo debían ser preparadas y ofrecidas, mostrando la importancia de acercarse a Dios de la manera en la que Él lo deseaba. Nos enseñan sobre la necesidad de dedicar nuestra vida a Dios, ser agradecidos por lo que Él nos da y vivir en paz y comunión con Él y con los demás.
En Acción:
Para entender mejor sobre las diferentes ofrendas, ¿qué tal crear con plastilina o papel de colores pequeñas representaciones de cada una de ellas? Haz un pequeño altar de cartón y coloca tus ofrendas en él. Mientras haces esto, piensa en lo que puedes ofrecer a Dios hoy: tu gratitud, tu vida, tu amistad. Recuerda, que lo más importante no son las ofrendas materiales, sino tener un corazón dispuesto a adorar y seguir a Dios.