25 noviembre | Adolescentes
«Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron atormentados con muchos dolores.» 1 Timoteo 6: 10
¿A quién no le gustaría tener más dinero, verdad? Imagina si recibieras una gran cantidad de dinero como regalo: ¿qué harías con él? ¿Comprar todos los juguetes que siempre quisiste, viajar a lugares increíbles o tal vez guardarlo todo en el banco? En 1 Timoteo 6: 7-10, la Biblia nos da consejos valiosos sobre cómo debemos ver al dinero en el contexto de nuestras vidas. Primero, estos versículos nos recuerdan que no trajimos nada a este mundo y que no podremos llevarnos nada cuando partamos. Esto significa que, al final, el dinero no es lo más importante en la vida.
La Biblia también nos enseña que no está mal tener dinero. Tener dinero puede ser bueno porque nos ayuda a cuidar de nosotros mismos, de nuestra familia e incluso a ayudar a otras personas. El problema aparece cuando las personas comienzan a amar al dinero más que a cualquier otra cosa. Amar al dinero más que a las personas a nuestro alrededor, más que ser justos y amables, puede llevarnos a tomar malas decisiones. Un ejemplo de esto es trabajar sin parar, incluso en sábado, para ganar más dinero, en lugar de confiar en que Dios cuidará de nosotros y nos proveerá un trabajo que respete nuestro tiempo de descanso y adoración. Otro ejemplo es no devolver a Dios lo que es de Él, como los diezmos, guardando todo para nosotros mismos. El gran principio detrás de cómo manejamos el dinero es que no debemos amarlo. Debemos usar al dinero y amar a las personas, ¡nunca al revés!
En Acción:
Crea una «alcancía de bendiciones». Cada vez que ahorres o ganes dinero, separa una parte para ayudar a alguien o para una buena causa. Esto te ayudará a recordar que, aunque tener dinero es bueno, compartir y cuidar a los demás es lo que realmente nos hace ricos.