27 noviembre | Adolescentes
«Palabra fiel es ésta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negará; si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.» 2 Timoteo 2: 11-13
Ser amigo de alguien que siempre hace lo que esperamos parece fácil, ¿verdad? Pero, ¿qué tal ser amigos de alguien que a veces nos decepciona o que traiciona nuestra confianza? Es en estos casos, donde encontramos un ejemplo extraordinario de amistad y fidelidad: la amistad de Dios para con nosotros. En el versículo de hoy, aprendemos que, incluso cuando somos infieles, Dios permanece fiel. Él continúa amándonos y aceptándonos a pesar de nuestros errores y fallas.
A veces hacemos cosas que sabemos que no agradan a Dios. Podemos elegir el camino equivocado, decir algo que no deberíamos o actuar de manera egoísta. Y aun así, Dios, como nuestro mejor amigo, no nos da la espalda. Él nos ama incondicionalmente, con un amor que no cambia, no importa lo que hagamos.
La fidelidad de Dios es una prueba de Su inmenso amor. Él nos conoce completamente, sabe todas nuestras luchas y alegrías, y aun así elige amarnos. Dios es como un amigo que nunca se enoja, incluso cuando hacemos un desastre. Cuando todos los demás se van, Dios es el amigo que permanece a nuestro lado, haya sol o lluvia. ¡Él permanece fiel!
En Acción:
Para reflexionar sobre esta amistad fiel, ¿qué tal escribirle una carta a Dios? En ella, puedes contarle de tus errores, agradecerle por Su amor inquebrantable y pedirle ayuda para ser un mejor amigo para Él y para los demás. Recuerda, Dios es el amigo que nunca nos abandona. Él permanece fiel.