30 noviembre | Adolescentes
«Preséntate tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza, mostrando integridad, seriedad, 8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de vosotros:» Tito 2: 7,8
Cada palabra que decimos y cada acción que llevamos a cabo escribe un nuevo trecho de nuestra historia, como si fuéramos libros vivos. Tito 2: 7-8 nos invita a reflexionar sobre cuál es el tipo de historia que queremos contar al mundo. El mensaje es claro: somos llamados a ser ejemplo, no solo a través de nuestras acciones, sino también por las palabras que elegimos usar.
Imagínate ser un libro que las personas leen todos los días. Cada acción tuya, cada palabra que dices, es como una página de ese libro. ¿Qué te gustaría que las personas leyeran? ¿Historias de bondad, palabras de aliento y acciones de bien? Es exactamente eso lo que la Biblia nos anima a ser. Cuando decimos cosas buenas, ayudamos a los demás y actuamos de manera justa, estamos mostrando al mundo cómo es, de manera práctica, seguir a Jesús.
Pero, ¿por qué es tan importante lo que decimos? Porque nuestras palabras tienen poder. Tienen el poder de construir o destruir, de alentar o desanimar. Por eso, es tan importante ser cuidadosos no solo con el qué decimos, pero también con el cómo lo decimos. Ahora, piensa: ¿qué tipo de capítulos estás escribiendo en la historia de tu vida? ¿Son capítulos que te gustaría leer en voz alta?
En Acción:
Crea la portada del libro de la historia de tu vida. Usa papel, lápices de colores, marcadores o lo que prefieras. Piensa en un título que represente bien la historia que quieres contar a través de tu vida. Después de terminar, coloca esta portada en un lugar donde puedas verla todos los días, como un recordatorio de que cada palabra y cada acción tuya contribuyen a la historia increíble que estás escribiendo.