8 diciembre | Adolescentes
«Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» Filemón 1: 3
En diferentes culturas, las maneras en las que las personas se saludan pueden ser muy variadas e interesantes. Por ejemplo, en Japón, es común hacer una reverencia al saludar a alguien. En la India, las personas frecuentemente se saludan con un gesto llamado namasté, que significa «el Dios que está en mí saluda al Dios que está en ti». En otros países, como Brasil, es costumbre dar dos besos cuando las personas se encuentran, mientras que el apretón de manos es un saludo ampliamente conocido en la mayor parte de los países de occidente.
Cuando Pablo escribía sus cartas, tenía el hábito de comenzar deseándoles a sus destinatarios: «gracia y paz». Estas dos palabras eran especiales para él, ya que representaban algo muy importante que Dios puede ofrecer: la gracia y la paz. La gracia es el regalo inmerecido de Dios. Es el amor y el perdón que nos da, incluso cuando no lo merecemos. La paz es otra bendición maravillosa de Dios. Es un sentimiento de tranquilidad y armonía en nuestro corazón, incluso en medio de las dificultades de la vida. Por eso, independientemente de cómo las personas se saluden alrededor del mundo, la gracia y la paz que Dios ofrece son universales. Están disponibles para todas las personas, en todas las culturas. En este día, deseo que tú y tu familia también reciban estas bendiciones especiales. Para ustedes: «¡gracia y paz!»
En Acción:
¿Qué tal comenzar a saludar a las personas compartiendo la bendición: gracia y paz?
Prueba saludar a las personas a tu alrededor con esta bendición y observa cómo esto impacta en la forma en la que te relacionas con los demás y también en el ambiente a tu alrededor.