14 diciembre | Adolescentes

NO AMEN AL MUNDO

«No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que hay en el mundo; los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida; proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» 1 Juan 2: 15-17

En estos versículos de la Biblia, aprendemos una lección muy importante: no debemos amar al mundo de la forma equivocada. Hay tres cosas que nuestro enemigo usará para hacernos amar más las cosas de este mundo que las de Dios. Primero, los deseos de la carne. Esto significa querer cosas que en sí son buenas, pero dejan de serlo si las usamos en exceso. Por ejemplo, comer es bueno, pero comer demasiado se convierte en gula, y eso sí es pecado. Dormir es maravilloso, pero dormir en demasía es pereza, y eso también está mal.

Segundo, los deseos de los ojos. A veces, vemos cosas en las pantallas que no agradan a Dios, pero que nuestra naturaleza pecaminosa desea. Esto puede hacernos amar más al mundo que a Dios. Por eso, ¡ten cuidado con lo que ves!

Por último, la vanagloria de la vida. Esto significa querer mostrar a los demás lo buenos que somos y lo que tenemos. En las redes sociales, algunas personas muestran una vida perfecta, lo que puede hacer que otros se sientan insatisfechos con lo que tienen. Necesitamos tener cuidado con lo que publicamos y decimos sobre nuestra vida, para no ser soberbios.

La buena noticia es que todo esto algún día pasará. Las cosas del mundo desaparecerán, mientras que lo que Dios nos ofrece es eterno. Hoy te desafío a amar más las cosas de Dios que las del mundo.

En Acción:

Esta semana, reflexiona: ¿Qué he amado más, las cosas de Dios o las del mundo? Elige algo que te has dado cuenta que te aleja de Dios y déjalo de lado por una semana. Usa ese tiempo para concentrarte más en Dios, ya sea orando, leyendo la Biblia o ayudando a alguien. Luego, evalúa cómo impactó esto en tu conexión con Dios.