19 diciembre | Adolescentes
«Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios.» 3 Juan 1: 11
Somos seres naturalmente influenciados por el mundo que nos rodea. Copiamos estilos de peinados, moda e incluso formas de hablar (las famosas jergas). Forma parte de la vida el ser influenciados y también influenciar a otros. Sin embargo, debemos estar atentos al tipo de influencia que estamos recibiendo y a la que estamos transmitiendo.
3 Juan 1: 11 nos alerta: «No imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios». Este versículo es un recordatorio importante de que debemos elegir sabiamente a quién o qué imitamos. Si estamos constantemente rodeados de influencias negativas, corremos el riesgo de imitar lo malo. Por otro lado, si buscamos lo bueno y nos rodeamos de influencias positivas, seremos guiados a imitar lo que es bueno.
Ser influenciado por el bien implica buscar a Dios, sumergirnos en Su Palabra y seguir el ejemplo de Jesús. Esto incluye elegir amigos y actividades que refuercen valores positivos y constructivos. Por eso, es importante estar atento a las influencias en tu círculo de amigos. Si te das cuenta de que tus amigos te están animando a tomar malas decisiones, esta es una señal de alerta: ¡cuidado! Busca estar rodeado de personas que te motiven y te ayuden a crecer en la fe y a estar más cerca de Dios.
En Acción:
Esta semana, reflexiona sobre las influencias de tu vida. ¿Quiénes son las personas que admiras? ¿Qué tipo de programas, música o libros consumes? ¿Reflejan el bien o el mal? Te desafío a cambiar. ¿Cómo? Eligiendo adoptar influencias positivas para tu vida. Recuerda, al elegir lo bueno, no solo mejoras tu mismo, sino que además te conviertes en una influencia positiva para los demás.