6 febrero | Adolescentes
«[Aarón] tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del Tabernáculo de reunión.» Levítico 16: 7
En el gran Día de la Expiación, ocurría algo muy, pero muy importante, que nos enseña mucho sobre el perdón y cómo Dios trata a nuestros errores. En este día especial, todo el pueblo de Israel buscaba el perdón de Dios para sus pecados. Solo en este día del año, el Sumo Sacerdote entraba en el lugar más sagrado, el Lugar Santísimo, para interceder por los pecados de todo el pueblo. Para ello, utilizaba dos cabritos de maneras muy significativas, que mostraban de forma práctica lo que Dios hace con nuestros pecados.
Uno de los machos cabríos era sacrificado, lo que significa que moriría en lugar de las personas, mostrando que alguien debía pagar por lo que se había hecho mal. Este macho cabrío representaba a Jesús, quien muchos años después moriría de verdad para que todos nosotros seamos perdonados. El otro macho cabrío, Azazel, era enviado al desierto, llevando todos los errores y pecados muy lejos del pueblo. Este macho cabrío representaba a nuestro enemigo, y mostraba que Dios no solo perdona, sino que también olvida nuestros pecados, enviándolos lejos, para nunca más recordarlos.
Es increíble pensar que Dios planeó una manera de enseñarnos sobre el perdón mucho antes de que Jesús viniera al mundo. Él quería que comprendiésemos que nuestra relación con Él puede ser restaurada, no importa lo que hayamos hecho, porque Jesús pagó el precio de todos nuestros errores por nosotros. ¡Él sí que hizo expiación por nosotros!
En Acción:
Para recordar este día especial, ¿qué tal si haces un dibujo de los dos machos cabríos y explicas a alguien de tu familia qué representa cada uno? Esto te ayudará a entender cómo funciona el perdón de Dios y cómo Él quiere limpiarnos de todos nuestros pecados, así como lo hacía en el Día de la Expiación.