18 febrero | Adolescentes
«Señalaréis ciudades, ciudades que os sirvan de refugio.» Números 35: 11
Las ciudades de refugio en la Biblia eran lugares especialmente designados para que, quienes cometieron un error sin la intención de hacer daño, pudieran encontrar seguridad y justicia. Esta fue una forma en la que Dios mostró a Su pueblo que incluso cuando cometemos errores, todavía existe esperanza y la posibilidad de comenzar de nuevo. Después de todo, ¡Dios es un Dios de nuevos comienzos!
Hoy en día, podemos entender a las «ciudades de refugio» de una forma diferente. Me gusta compararlas con las iglesias, el lugar donde recibimos refugio espiritual y también emocional. Las iglesias son espacios donde somos acogidos, independientemente de los errores que hayamos cometido. Nos ofrecen un ambiente de apoyo y comunión, donde podemos compartir nuestras luchas y recibir orientación y ánimo. En este sentido, la iglesia es un lugar donde encontramos seguridad para sanar nuestras heridas, aprender de nuestros errores y crecer en nuestro viaje de fe.
Así como las ciudades de refugio en el Antiguo Testamento servían como un sistema de justicia y misericordia, nuestras iglesias hoy desempeñan un papel similar. Por más imperfecta que pueda ser la iglesia, a ella pertenecen personas que están en el mismo camino, marcado por muchos altos y bajos, victorias y fracasos. Es justamente esto lo que la convierte en el lugar perfecto para aprender sobre la esperanza y la renovación que Cristo nos ofrece.
En Acción:
Esta semana, invita a un amigo a conocer tu iglesia. Muéstrale cómo puede ser un lugar de refugio, esperanza y vida en comunidad.