22 marzo | Adolescentes
«Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos.» 1 Samuel 17: 45
Esta historia es una de las más emocionantes y conocidas de la Biblia, incluso se ha convertido en una referencia en el mundo del deporte para describir batallas entre el equipo más «débil» y el más «fuerte». El ejército de los filisteos, liderado por el gigante Goliat, desafiaba al ejército de Israel. Goliat era inmenso, medía casi tres metros de altura, y nadie en Israel tenía la valentía suficiente para enfrentarlo. Entonces, apareció David, un joven pastor de ovejas, que decidió enfrentarse a Goliat.
Cuando Goliat vio a su oponente, se burló de David y de su Dios, pensando que era solo un jovencito débil e inofensivo. Pero David no se amedrentó y dijo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos». Giró su honda y lanzó una piedra que golpeó directamente en la frente de Goliat, derribando al gigante.
Pero hay un detalle en esta historia que a menudo pasamos por alto. Probablemente ya sabes cómo termina la historia, pero ¿sabes cómo comienza? El padre de David le había pedido que llevara comida a sus hermanos que estaban en el campo de batalla. David, en lugar de negarse o inventar una excusa, eligió obedecer. Esta obediencia lo llevó al campo de batalla como un jovencito, pero lo regresó a casa como un héroe. Este detalle nos enseña lo importante que es obedecer a nuestros padres y que, para enfrentar los «gigantes» de la vida, necesitamos estar del lado de Dios, «porque la batalla es del Señor».
En Acción:
Busca cinco piedrecillas diferentes y guárdalas como un recordatorio de la historia de David y Goliat. Cada piedrecilla podría representar algo para ti, como valentía, coraje, obediencia, fe y la victoria de Dios en nuestras vidas.