29 marzo | Adolescentes
«Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada.» 2 Samuel 15: 14
En la historia de hoy, David enfrenta una de las mayores traiciones posibles: ser traicionado por su propio hijo, Absalón. Absalón no solo conspiró contra su padre para tomar el trono, sino que también ganó el corazón del pueblo de Israel con sus palabras persuasivas y sus gestos de falsa bondad. Se declaró rey en Hebrón y comenzó a perseguir a David, forzando a su propio padre a huir de Jerusalén para salvarse.
La traición de Absalón no fue solo un duro golpe para David como rey, sino una profunda herida en su corazón de padre. Absalón, buscando el trono, terminó encontrando su fin de manera trágica, atrapado por su propio cabello en un roble durante la batalla contra las fuerzas de su padre. Incluso después de tal acto de traición y ante la muerte violenta de Absalón, David lamentó profundamente la pérdida de su hijo, demostrando su amor paternal, que superó la dolorosa traición.
Este episodio de la vida de David nos enseña sobre la complejidad de las relaciones humanas y el dolor que la traición, especialmente dentro de la familia, puede causar. Pero también nos muestra la importancia del perdón y del amor incondicional, incluso ante las traiciones más inesperadas y dolorosas.
En Acción:
Escribe una carta (que no necesitas enviar) a alguien que te haya herido o que pienses que te haya traicionado. En la carta, expresa tus sentimientos, pero intenta también expresar perdón. Después de escribir, haz una oración pidiéndole a Dios que te ayude a librarte de cualquier sentimiento de ira o resentimiento, tal como David continuó amando a Absalón a pesar de su traición.