1 abril | Adolescentes
«Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.» 1 Reyes 8: 10,11
La construcción y dedicación del Templo en Jerusalén, bajo el reinado del rey Salomón, representó uno de los momentos más significativos en la historia de Israel. ¿Por qué? Porque ese Templo no era solo una estructura física impresionante, era el símbolo de la presencia de Dios en medio de Su pueblo y un punto central para la adoración y la práctica religiosa en todo Israel.
Antes de que existiera un Templo, el lugar donde Dios «moraba» con los israelitas era en una tienda. Eso mismo, como las que usamos para acampar, solo que mucho más especial. Esta tienda guardaba el Arca de la Alianza, que era superimportante porque mostraba que Dios estaba con ellos, incluso mientras vagaban por el desierto.
Pero entonces, llegó el momento de cambiar de una tienda a algo fijo y más resistente: un Templo. ¡Imagínate! De una casa que puede ser llevada a cualquier lugar a una casa grande, hermosa, hecha solo para Dios. Esto fue un gran paso para el pueblo de Israel porque ahora tenían un lugar especial dedicado únicamente para adorar a Dios, hacer fiestas para Él, pedirle ayuda y agradecerle por cada bendición recibida.
Cuando el Templo estuvo listo, fue dedicado al Señor con muchas oraciones, sacrificios y alabanzas, reafirmando el compromiso del pueblo de Israel con Dios. Este momento especial mostró cuán importante es tener un lugar dedicado para estar cerca de Dios, conversar con Él y recordar seguir lo que Él nos enseña.
En Acción:
La próxima vez que vayas a acampar, intenta imaginar cómo sería adorar a Dios allí. Quizás así puedas entender, aunque sea un poco, cómo se sentía el pueblo adorando a Dios en un Tabernáculo de tela antes de tener un Templo.