7 abril | Adolescentes
«Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.» 2 Reyes 4: 6
Si pudieras tener algo que fuera infinito, es decir, que nunca se acabara, ¿qué sería? La historia que vamos a contar hoy es similar a los cuentos de fantasía que nos dejan con la boca abierta, solo que pasó de verdad. Había una vez una viuda que estaba en una situación muy difícil. No tenía dinero y, para colmo, estaba a punto de perder a sus dos hijos, que serían llevados para pagar las deudas de la familia. Parecía que no había escapatoria, ¿verdad?
Pero ella no estaba sola. Pidió ayuda al profeta Eliseo, un hombre de Dios, que le hizo una pregunta simple: «¿Qué tienes en tu casa?» Ella respondió que solo tenía un poquito de aceite. Entonces, Eliseo le dio una idea que parecía muy extraña: le pidió que pidiera prestadas muchas vasijas de los vecinos para llenarlas con el aceite que tenía.
Y entonces ocurrió lo increíble: el poquito de aceite comenzó a multiplicarse, y llenó una, dos, tres, muchas vasijas, ¡y el aceite no se acababa! Cuando todas las vasijas estaban llenas, el aceite dejó de multiplicarse. Entonces, la mujer vendió ese aceite, pagó todas sus deudas y aún le sobró dinero para ella y sus hijos. Este milagro nos muestra que Dios cuida de nuestras necesidades y siempre encuentra una solución, incluso cuando ni siquiera nosotros somos capaces de ver una salida.
En Acción:
Toma un frasquito y llénalo con algo que simbolice abundancia para ti. Pueden ser granos de arroz o frijoles. Mientras lo haces, piensa en algo que necesitas que sea «multiplicado» en tu vida. Ahora, ora pidiendo a Dios que realice esta multiplicación y confía en que Él puede hacer mucho más de lo que le pedimos o pensamos.