9 abril | Adolescentes
«Y entraron para hacer sacrificios y holocaustos. Jehú había puesto fuera ochenta hombres, y les había dicho: El hombre que dejare escapar alguno de los hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida será por la del otro.» 2 Reyes 10: 24
Hace muchos siglos atrás, el pueblo de Israel se perdió y comenzó a adorar a Baal, un dios que no era el verdadero Dios. El rey Jehú, decidido a cambiar esta historia, armó un plan para acabar con esta idolatría. Fingió ser un gran adorador de este dios falso y convidó a todos sus seguidores para un gran evento. Cuando todos estaban reunidos, Jehú y sus soldados sorprendieron a los adoradores y eliminaron la adoración a Baal de su reino (bien podría haber sido «de una vez por todas»).
Pero, a pesar de esta gran victoria, Jehú no siguió completamente las enseñanzas de Dios. No hizo todo lo que Dios esperaba de él. Jehú aún practicaba acciones que desagradaban a Dios, mostrando que ser fiel a Él significa más que solo hacer algo impresionante de vez en cuando, es necesario vivir como Dios quiere cada día.
La historia de Jehú nos hace pensar que ser amigo de Dios es más que hacer cosas buenas de vez en cuando. Es elegir procurar hacer el bien y seguir lo que Él enseña todos los días. Jehú nos recuerda que nuestro corazón necesita querer seguir a Dios siempre, no solo en momentos especiales o cuando todo el mundo está mirando.
En Acción:
Crea una tarjeta de «misiones del bien» para la semana. Escribe una buena acción para cada día, como por ejemplo: ayudar a alguien, hacer una tarea sin que te lo pidan, o compartir algo. Al final de la semana, mira cuántas tareas lograste realizar y reflexiona sobre cómo te sentiste haciendo el bien constantemente.