2 enero | Jóvenes
«Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación» (Gén. 2: 3).
Después de crear de manera completa y perfecta todas las cosas, Dios descansó, bendijo y santificó el sábado (Éxo. 20: 11). El relato sobre el séptimo día (Gén. 2: 1-3) no sigue la misma simetría que los demás días de la Creación, como la repetición de elementos (introducción, orden, informe o evaluación) y la estructura temporal («tarde y mañana»). El sábado se destaca, es singular, ya que es el clímax de la creación. Es como si fuera una firma de Dios, que define la creación como un proyecto absolutamente divino y sagrado.
¿Por qué eligió Dios un día específico en vez de un lugar físico en el jardín del Edén? El doctor en teología y director del Centro de Investigaciones Bíblicas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Alberto Timm, cita tres motivos: 1) porque el tiempo es universal y está en todas partes; 2) porque el tiempo es inmaterial, señalando hacia las cosas espirituales; y 3) porque el tiempo lo abarca todo, nunca oscila en intensidad (O Sábado na Bíblia, pág. 24). El sábado es, por lo tanto, un auténtico «palacio en el tiempo», un monumento conmemorativo de la creación establecido por Dios para el bien de la humanidad (ver Mar. 2: 27).
Es importante destacar que el tiempo es un recurso accesible para todos, independientemente de la etnia o posición social. El deseo del Creador era pasar tiempo con el ser humano porque el tiempo es la esencia de la vida. ¿Quieres decirle a tu hijo pequeño que lo amas? Dedica tiempo a conversar y jugar con él. ¿Quieres decirle a tu esposa que la amas? Dedica tiempo a solas con ella. No se puede entender una declaración de amor de alguien que pasa tanto tiempo ausente que se convierte en un huésped dentro de su propia casa.
Dios decidió dedicarnos lo más importante: el tiempo. Para él, el sábado no es un día como los demás, sino un momento especial para pasarlo con sus hijos. La Biblia dice que «el sábado fue hecho por causa del hombre» (Mar. 2: 27), es decir, es un regalo de Dios para la humanidad. La mayor bendición del sábado es tener veinticuatro horas para caminar de manera especial con Jesús.
El sábado es tan especial que el cuarto mandamiento es el más largo del Decálogo, demostrando la preocupación de Dios por pasar tiempo con nosotros. ¿Te animas a destinar tus sábados a adorar al Señor de manera única y brindar bondad a quienes te rodean como nunca antes lo has hecho?