5 enero | Jóvenes

Crisis de identidad

«Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal» (Gén. 3: 5). 

El enemigo llegó al jardín y utilizó a la serpiente para hablar con Eva. Pensó: «Para destruir a la primera pareja humana, debo crear una situación que les cause vergüenza». Entonces, llevó a nuestros primeros padres a cuestionar la autoridad de las palabras de Dios. Esto generó una crisis de identidad en Adán y Eva. La mentira de la serpiente para ellos fue más o menos así: «Dios os está ocultando información. Podéis ser mejores de lo que sois».

La serpiente intentó rebajar el carácter de Dios. Esta estrategia sigue resonando en nuestra generación. El enemigo no ha cambiado. Al hacer que las personas duden de la bondad y el carácter divino, Satanás tiene la intención de presentar caminos alternativos de felicidad que, en realidad, conducen a la perdición.

Los atajos como la sexualidad distorsionada y las adicciones en general son cantos de la serpiente y sirven para hacer que las personas duden del plan amoroso de Dios.

Si comprendes que eres un hijo de Dios, no buscarás el propósito de la vida en lugares equivocados. Tu comportamiento reflejará tu identidad. Los hijos de Dios actúan como tales. Se alegran de obedecer las órdenes del Padre y no viven ansiosos y desesperados, buscando el sentido de la existencia por caminos pecaminosos. Ya lo han encontrado en el hecho de ser hijos de Dios.

La comprensión de nuestra identidad cambia la forma en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Esto sucede porque nuestra relación con Jesús llena todos los vacíos de nuestra existencia. Al resolver su crisis de identidad, la persona desarrolla la virtud de la fidelidad. Quien entiende que es hijo de Dios siempre está dispuesto a ser fiel.

El mundo está por ver lo que Dios quiere hacer a través de ti. ¡Basta con que lo creas!