20 abril | Jóvenes

Jesús es nuestro ejemplo

«Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará» (Juan 12: 26). 

En el Nuevo Testamento, el ministerio de la iglesia está relacionado con la actividad de servir. Jesús dejó claro que, en su reino, el estilo de vida de aquellos que sirven en su causa es similar al de un siervo. Esa es la palabra que él utiliza para describir a sus seguidores.

En la cultura griega, los esclavos o siervos eran menospreciados. Era degradante el trato que recibían estas personas. Platón decía: «¿Cómo puede alguien ser feliz cuando tiene que servir a otra persona?».

Imagina el impacto de esta enseñanza de Jesús para su audiencia original: «Pues, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Luc. 22: 27). Al igual que Jesús, nosotros también debemos asumir el papel de siervos.

En el reino de Dios, un siervo es alguien que está dispuesto a hacer el trabajo más humilde para la gloria de Cristo. Pablo utilizó esa misma palabra para describir incluso a los predicadores (ver 1 Cor. 3: 5).

Habrás notado que Jesús la usó para referirse a sí mismo. Dijo: «Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve». Él es nuestro modelo. Servimos para satisfacer a Cristo únicamente, y a nadie más. Si es necesario limpiar algunas mesas, el siervo estará dispuesto a hacerlo. Si es necesario lavar algunos pies sucios en el nombre de Jesús, será un honor servirle de esa manera.

Cuando Cristo regrese como Rey de reyes, recibiremos nuestra recompensa. Pero mientras ese día llega, seamos siervos fieles en el servicio de Dios. Jesús y nuestros hermanos cuentan con nosotros.