25 abril | Jóvenes
«Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón perfecto para con él» (2 Crón. 16: 9).
Ismael nació en Aracaju (Brasil). Desde pequeño, sentía pasión por la música, especialmente por las canciones del cuarteto Arautos do Rei (Heraldos del Rey en Brasil). A una edad temprana, se mudó a São Paulo para perfeccionar sus estudios en un famoso conservatorio de música. El sueño del joven era convertirse en músico profesional y dominar las técnicas del violín, su instrumento favorito.
A pesar de haber crecido en un entorno cristiano, Ismael se alejó de los caminos de Jesús. En lugar de ir a la iglesia los sábados, pasaba los días tumbado en un banco de una plaza escuchando música. En uno de esos sábados, escuchó a lo lejos un coro cantando en una iglesia. Decidió entrar para ver de qué se trataba. Era el ensayo del coro de la Iglesia Adventista del Tucuruvi en São Paulo. A partir de ese día, Ismael comenzó a asistir a la iglesia, pero sin tomar aún la decisión de regresar a Cristo.
Un miércoles, después de recibir algunas clases de música en Tatuí, Ismael decidió regresar a São Paulo, aunque ya era muy tarde en la noche. Abrió las ventanas del automóvil y puso un CD de los Arautos do Rei. Estaba muy cansado, y la música terminó por arrullarlo hasta el sueño. Antes de llegar a Osasco, Ismael se quedó dormido al volante y se despertó asustado, viendo cómo el automóvil daba vueltas varias veces en la autopista Castelo Branco, a más de cien kilómetros por hora. Desesperado, vio la muerte de cerca.
Providencialmente, el vehículo chocó contra la guía de hierro del arcén y se detuvo a pocos metros de un gran barranco. Ismael salió rápidamente del automóvil y, temblando, se sentó en el asfalto. De repente, sin poder explicar cómo, escuchó la canción “Nunca estás solo”, del cuarteto Arautos do Rei, que sonaba en el equipo de sonido del automóvil. En ese momento, Ismael empezó a llorar. Aquello fue tan impactante que decidió en ese mismo momento entregar su vida a Jesús y ser bautizado.
Días después, Ismael me envió un mensaje en una red social pidiéndome que lo bautizara, ya que le gustaba la voz del «bajo». El 21 de junio de 2015, tuve el privilegio de bautizarlo.
No es necesario pasar por una experiencia similar a la de Ismael para saber que Dios se preocupa por ti. Recuerda hoy que «nunca estás solo. Dios nunca te dejará. Él todo lo ve y no se esconde cuando te ve llorar» (Heraldos del Rey).