29 abril | Jóvenes

¿Por qué iniciar un noviazgo?

«Porque de él, por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén» (Rom. 11: 36).

Para el joven cristiano, no hay espacio para el noviazgo recreativo. Debe tener un propósito serio. No se puede perder tiempo. Salir por salir no vale la pena ni cuenta con la aprobación divina.

Vivimos en una cultura peligrosa, cada vez más sexualizada y saturada por los medios de comunicación. Dios se entristece cuando sus hijos son tratados como objetos sexuales. No desea verlos vendiendo su alma a cambio de momentos de placer.

El noviazgo, tal como lo conocemos, es algo reciente. La mayoría de nuestros bisabuelos no tuvieron noviazgos. Sus padres eligieron con quién debían casarse. Aunque parezca increíble, hoy en día en el mundo todavía más de la mitad de los matrimonios no son voluntad estricta de la pareja, sino arreglados por sus padres. Hay estadísticas que muestran que el 50% de las chicas y el 40% de los chicos terminan la escuela secundaria sin haber pasado por la experiencia de un noviazgo. Así que, como ves, no es el fin del mundo.

Es importante dedicarse al desarrollo de una relación honesta con alguien de tu edad, alguien con quien puedas compartir tus ideales e intereses. Desarrollar un alto grado de amistad y compañerismo con una persona del sexo opuesto, tarde o temprano, requerirá una decisión: ¿Estamos saliendo, o solo seremos buenos amigos? ¿Qué tipo de noviazgo tendremos? ¿Este noviazgo me acercará más a Jesús y a su propósito para mi vida?

¡Jesús es la razón de todo! Aquellos que caminan con él toman decisiones basadas en su voluntad. Así de simple. Muchos cristianos solteros piensan que Dios no tiene que interferir en su relación. Sin embargo, Pablo dice en 1 Corintios 10: 31 que todo debe hacerse para la gloria de Dios. Todo es del Señor, incluyéndote a ti. Él te hizo. Él te creó. Él te salvó. Y si el propósito de tu vida es honrar y glorificar a Dios en todo, eso debe incluir tu noviazgo.

En la práctica, una pareja de novios debe tener conversaciones francas, leer la Palabra de Dios, orar, pasear, etcétera. Cuando dos jóvenes buscan agradar a Dios y servirle en su relación afectiva, su nombre es glorificado. Así pues, incluye a Jesús en tu noviazgo.