12 enero | Jóvenes

Virginidad

«Esta muchacha era de aspecto muy hermoso y virgen, pues ningún hombre la había conocido; descendió a la fuente, llenó su cántaro, y se dispuso a regresar» (Gén. 24: 16).

En el mundo en el que vivimos, la juventud y la pureza parecen estar ubicados en extremos opuestos. Es una etapa de la vida en la que se nos bombardea con todo tipo de tentación sexual. En esta fase, muchos absorben valores negativos y contaminan su mente y su corazón con influencias perjudiciales que determinarán el rumbo de su vida.

En cambio, el versículo de hoy nos presenta el ejemplo de una joven pura. Aunque Rebeca vivió hace mucho tiempo, los principios de vida expresados en el texto bíblico de nuestra reflexión aún podrían aplicarse a la actualidad. La conducta de Rebeca revela una educación exitosa, en la que valores como la pureza y el autodominio están en primer lugar.

Es probable que desde temprana edad los padres de Rebeca le hayan enseñado sobre la importancia de esperar el momento adecuado para ciertas decisiones. Y esto se reflejó en la declaración sobre ella: «Esta muchacha era [...] virgen, pues ningún hombre la había conocido».

Rebeca aprendió que todo fruto cosechado antes de tiempo no es dulce ni saludable. Es mejor esperar a que madure. Todo proceso interrumpido antes de tiempo se ve privado de un desarrollo pleno. La belleza de Rebeca era un reflejo de la perla interior que llevaba en el corazón. La hermosura exterior no la llenaba de vanidad, sino que exteriorizaba la pureza de su carácter noble. Se casó siendo virgen y se mantuvo fiel a su esposo por el resto de su vida.

Los jóvenes deben luchar contra la avalancha de sensualidad que ahoga el mundo contemporáneo. Las personas parecen haber perdido la vergüenza. Exponen el cuerpo sin pudor, envían fotos íntimas por Internet y creen que viven en plena libertad. Pero este libertinaje es esclavizante y dejará marcas oscuras en el alma y desventajas incalculables para la sociedad.

Necesitamos una juventud que ame y practique la pureza. Se requiere una generación de jóvenes que decida esperar al matrimonio para entregar su virginidad a su cónyuge. Mantenerse puro es el mejor regalo que alguien puede darse a sí mismo, a Dios, a la familia y al mundo.

Muchos hoy no siguen el ejemplo de Rebeca. Si por casualidad la ola perversa del sensualismo afecta a tu vida, Cristo puede devolverte la pureza perdida. Ve a él ahora con fe, pide perdón y recibe la transformación. Sé puro, completo y feliz.