2 mayo | Jóvenes
«Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos» (Rom. 13:11).
Nadie debería dormir menos de siete a nueve horas por noche. Más de eso tampoco es necesario y puede ser perjudicial. Ese tiempo es suficiente para que el cuerpo se regenere y esté en condiciones de enfrentar un nuevo día de actividades. Un estudio realizado por la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño con aproximadamente cincuenta mil personas llegó a la conclusión de que dormir más de diez horas al día perjudica la salud y puede provocar la aparición de enfermedades.
Las consecuencias varían desde problemas psicológicos, reducción de capacidad cognitiva y de razonamiento, inestabilidad en el ritmo cardíaco y aparición de otros problemas relacionados con trastornos del sueño. Los ancianos que dormían más de lo normal durante el día tenían una mayor incidencia de diabetes, cáncer y enfermedades cardíacas.
En la juventud, creemos que tenemos energía de sobra y que podemos derrocharla. Algunos logran pasar la noche jugando videojuegos, viendo películas o disfrutando de una fiesta. En el otro extremo, están quienes pasan todo el día durmiendo, sumidos en la pereza. Todo exceso es perjudicial. Necesitamos equilibrio en nuestras rutinas para desarrollar hábitos saludables. Si esto se aplica a los aspectos físicos de la vida, ¿qué decir de los espirituales?
En Romanos 13: 11, Pablo habla del peligroso hábito de la somnolencia espiritual. ¿Qué hace el enemigo con un cristiano que vive dormitando en la fe? La Biblia llama la atención sobre el tiempo en el que estamos viviendo. Es una época difícil. Jesús mismo preguntó una vez: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (Luc. 18: 8).
Muchos piensan que tienen toda la vida por delante y que pueden jugar y vivir en la indiferencia espiritual. Imaginan que en la vejez tendrán la oportunidad de corregir los errores de la juventud. Nadie debería contar con esto.
Tal vez tengas condiciones biológicas para poder vivir ochenta años, pero ¿durará el mundo tanto tiempo hasta el regreso de Jesús? Si lo vemos desde esta perspectiva, siempre es arriesgado postergar la decisión de entregarse en las manos de Jesús, ¿no lo crees? No es prudente dormitar en tiempos de guerra. ¡Despierta! Nuestra redención está cerca.