6 mayo | Jóvenes
«La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios» (1 Cor. 1: 18).
La palabra ‘esvástica’ proviene del idioma sánscrito y significa «buena suerte» o «bienestar». Es un símbolo místico en forma de cruz, cuyos brazos tienen extremidades curvas o angulares. La cruz de dos ganchos entrelazados tiene una historia que se remonta a cinco mil años y se puede encontrar en diversas culturas, con varios estilos y significados.
Entre los budistas e hindúes, representaba felicidad, buena suerte o salvación. Esta misma cruz, con brazos orientados hacia la derecha, fue adoptada como logotipo oficial por el Partido Nazi, de Adolf Hitler. Este símbolo, que representaba meditación y contemplación, fue transformado en sinónimo de destrucción durante la Segunda Guerra Mundial.
¡Qué contraste entre la esvástica y la cruz de Jesús! Los primeros cristianos se gloriaban en la cruz de Cristo (Gál. 6: 14) porque revela «el poder de Dios» (1 Cor. 1: 18). Inventada por los romanos, la cruz era el instrumento más cruel de tortura en la antigüedad. Muchos crucificados permanecían colgados durante varios días, sufriendo un dolor inhumano. Hemorragias, huesos rotos, asfixia y calambres formaban parte del horrendo repertorio de la crucifixión, sin contar con la presencia de moscas, las burlas y la vergüenza extrema.
Los romanos reservaban la crucifixión para rebeldes y los peores ladrones. Durante el asedio de Jerusalén, el general Tito crucificó a tantos fugitivos de la ciudad que no se podía encontrar espacio para las cruces ni cruces para los cuerpos. Los ciudadanos romanos, sin embargo, estaban exentos de la crucifixión, salvo en casos extremos de traición. Decía Cicerón: «Atar a un ciudadano romano es un crimen, azotarlo es una abominación, matarlo es casi un acto de asesinato; crucificarlo es, ¿qué? No hay palabras que puedan describir un acto tan horrible» (John Stott, La cruz de Cristo, pág. 18).
Al recibir este tipo de castigo, Jesús llegó al punto extremo de la condena. Él se hizo «maldición por nosotros» (Gál. 3: 13). Pero, ¿por qué hizo esto? Porque nos ama. Prefirió morir a pasar la eternidad lejos de nosotros.
Mientras que Hitler manchó el significado de la esvástica, Jesús transformó el sentido de la cruz. Lo que era muerte se convirtió en símbolo de vida. Lo que era derrota, Jesús lo transformó en victoria.