18 mayo | Jóvenes

Cielo gris

«Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría» (Sal. 30: 5). 

El cielo tiene una capacidad increíble de cambiar de color. El negro mate con puntos de luz en una noche estrellada, el gris claro o plomo en días nublados, el blanco incandescente en un día soleado o el amarillo dorado en el amanecer y el atardecer son diferentes caras del mismo firmamento que nos cubre y nos fascina. Los colores de la bóveda celeste son encantadores.

Aquella tarde, un gran amigo estaba viviendo un día difícil. Llevaba días ansioso por la llegada de ese momento especial en el que nacería otro hijo de la pareja. Pero lo que no se había esperado era tener que vivir uno de los momentos más desafiantes de su vida como padre y esposo. Se enfrentaría a la decisión de quedarse con su recién nacido o con su amada esposa. No podía elegir, solo aceptar. La esposa no resistió las complicaciones del parto y falleció. Al embarcarse en el avión que lo llevaría al sepelio de su amada, el esposo escribió en una red social: «Los asistentes de vuelo me desean un “viaje azul”, pero, en realidad, mi cielo está gris». Su mente estaba confusa. Viviendo la mezcla de dolor y alegría, muerte y vida, despedida y encuentro. Su esposa estaba muerta, pero tenía la renovación de la existencia en sus brazos: un hijo para criar. No es fácil conciliar sentimientos tan opuestos.

Por difícil que sea, necesitamos aprender a lidiar con los días grises en nuestro vivir. Así como existen días soleados, los de nubes sombrías también forman parte de la vida. Al igual que noches estrelladas, también hay otras de densas tinieblas, llanto, angustia y desesperación.

La esperanza, sin embargo, está en la certeza de que el favor de Dios nunca cesa. Él nunca nos olvida, incluso cuando hay nubes que intentan oscurecer su rostro amable. La mirada amorosa de Dios siempre encuentra la manera de alcanzarnos y de darnos una razón más para mirar más allá de las nubes. Nunca olvides que «el llanto puede durar una noche, pero por la mañana vendrá la alegría».