27 mayo | Jóvenes
«Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio. Delante de ti están todos mis adversarios» (Sal. 69: 19).
Aprender a lidiar con la humillación no es tan simple como parece. Pasar vergüenza no es el deseo de nadie. Ser reconocido por algo negativo y convertirse en motivo de burla tampoco lo es. Vivimos en la época de los memes. Los errores de las personas se comparten en las redes sociales y fácilmente pueden volverse virales.
El término «meme» es un sustantivo relativamente nuevo que se refiere a una imagen, vídeo o cualquier publicación relacionada con el humor que se difunde en Internet. Las víctimas de memes tienden a volverse famosas. Sin embargo, no todos están preparados emocionalmente para convertirse en celebridades de Internet, especialmente si la razón de la fama es el escarnio o la burla.
En general, hoy los memes despectivos son una forma destacada de expresar la falta de respeto a otros en Internet. La cultura del meme surge de la falta de límites que algunos imaginan en el universo web. En nombre de un falso anonimato, muchas personas dan rienda suelta a sus instintos más bajos y pecaminosos. El resultado es una total falta de consideración hacia los demás.
Los memes se suman a una serie de prácticas negativas que proliferan en las redes sociales. Delitos como la publicación de imágenes íntimas de otras personas, y comportamientos inadecuados, como compartir conversaciones confidenciales, desafortunadamente son comunes en estos tiempos de completo egocentrismo, hedonismo y odio. Los hijos de Dios no deberían participar en ninguna actividad de este tipo.
No basta con abstenernos de producir contenidos así. No deberíamos ver, y mucho menos compartir, esas cosas. Amor, respeto, altruismo y solidaridad deben caracterizar todas las acciones de los cristianos.
En el versículo bíblico de hoy, encontramos al salmista como víctima de la burla y la maldad. Los «memes» de su época se estaban volviendo virales en su contra. Ante este panorama, decidió ponerlo todo en manos de Dios. David aprendió a no perder tiempo ni dar importancia a estas cosas. Este es un buen ejemplo para aquellos que han sufrido en la cultura del meme. Poner la vida en manos de Dios también es la receta para no convertirse en un agente de perversidad y falta de consideración.
No difundas maldad en las publicaciones de tu vida. Difunde solo lo que es bueno y moralmente aceptable. No viralices el mal. Comparte el amor. Sigue a Jesús. El Cielo te dará like.