16 enero | Jóvenes
«Entonces José fue tras sus hermanos y los halló en Dotán. Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos conspiraron contra él para matarlo» (Gén. 37: 17-18).
Tratar de retroceder tras tomar una mala decisión es un proceso doloroso. Cualquiera puede sentirse destrozado después de actuar de manera inesperada o equivocada. Esto les sucedió a los hermanos de José después de arrojarlo a un pozo. Matar a alguien intencionalmente no es algo natural. Pero retroceder y rectificar, aunque necesario, es aún más «antinatural». Esto sucede porque el orgullo lleva al autoengaño, produciendo la ceguera del pecado.
Los hermanos de José abandonaron la idea de matarlo porque Rubén, el mayor, los disuadió de ello. Esos jóvenes querían que se respetaran sus derechos, por lo que reclamaban al padre un trato igualitario. ¿Acaso había algo mal en eso? Después de todo, ¿no era una expectativa justa? Sin embargo, las mejores causas se convierten en las peores cuando los métodos utilizados son inapropiados y los argumentos ocultan los verdaderos sentimientos que nos llevan a actuar.
Lo que motivó a los hermanos de José fue la envidia y el orgullo herido, no un legítimo sentido de justicia. ¿Qué justicia hay en lo que hicieron? Seamos sinceros, ¡se pasaron de los límites! Abandonaron la idea de matar a José, pero no de perjudicarlo. Cuando lo vendieron a los ismaelitas como esclavo, algunos de sus hermanos «fueron conmovidos, pero […] todos tuvieron la impresión de que habían ido demasiado lejos para retroceder» (Patriarcas y profetas, pág. 188).
Para Dios, «demasiado lejos» es un lugar que no existe. Pero una vez que esa impresión se instala en el corazón de una persona, esta caerá más fácilmente en la trampa de «jugar a ser Dios» y tomar decisiones de las cuales ciertamente se arrepentirá.
Aprende de los errores de los hermanos de José. Si tomaste el camino incorrecto, da un paso atrás. Retrocede. Reconsidera. Pide disculpas. Humíllate. Llora, si es necesario. Mejor serán las lágrimas del arrepentimiento que las del pecado obstinado, ¿no crees? No hay punto de no retorno para Dios. Él alcanzó y perdonó a los hermanos de José años después de intentar deshacerse de él. El tiempo y la distancia no son un problema para Dios. Hoy, con los brazos abiertos, él te espera para escribir una nueva página en el libro de tu vida. No endurezcas tu corazón (ver Heb. 4: 7). Arrepiéntete mientras haya tiempo.