16 junio | Jóvenes

La necedad de la prisa

«El que tarda en airarse es grande de entendimiento; el impaciente de espíritu pone de manifiesto su necedad» (Prov. 14: 29). 

Vivimos en una época en la que las personas están agitadas, corriendo de un lado para otro. Sufren del llamado «síndrome de la prisa», un problema de comportamiento que afecta a gran parte de la población. La palabra «rápido» ha adquirido una gran importancia en nuestro vocabulario: hay comida rápida, dinero rápido, bola rápida, e incluso carril rápido para los más apremiados en las carreteras y escaleras del metro. La impresión experimentada es que siempre vamos con retraso.

El reconocido escritor Warren W. Wiersbe cuenta la historia de un profesor universitario que se encontró con un famoso conferenciante chino en una estación de tren abarrotada. Después de recibirlo, el profesor dijo de manera agitada: «¡Si corremos hacia nuestra plataforma, podremos tomar el próximo tren y ganaremos tres minutos!». El conferenciante chino lo miró con calma y preguntó: «¿Y qué es eso tan importante que tenemos que hacer en los tres minutos que ganaremos?». No sabemos cuál fue la respuesta del profesor, pero seguramente recibió una gran lección.

Y tú, ¿has analizado las ventajas de tus prisas? ¿Qué has hecho con los segundos «ganados» en el tráfico, por ejemplo? ¿Has aprovechado los «tres minutos de astucia» con cosas que realmente importan?

El texto de hoy es una invitación a levantar un poco el pie del acelerador de la vida. Es mejor ser paciente que precipitado. ¿De qué sirve abrazar todo el mundo y perder la salud? ¿De qué sirve arriesgar la vida por un semáforo amarillo? Si tu problema es el horario, ¡entonces levántate más temprano! Si tu dificultad es cumplir con toda la agenda, ¡organízate mejor o aprende a decir «no»! Viajar en tren bala es genial, ¡pero no es comparable con las vistas que tienes cuando vas en una locomotora a vapor!

Dios quiere que vivamos con paciencia, sin atropellos ni prisa exagerada. Esto no significa que debas pasar el día tumbado en una hamaca, viendo pasar las nubes en el cielo. Debemos ser proactivos, eficientes y productivos en todo. Sin embargo, hemos de hacerlo con serenidad, precisión y constancia. Nunca olvides que la prisa es enemiga de la perfección. Con calma y organización, puedes llegar más lejos.