19 junio | Jóvenes

Enredadores

«Teme a Jehová, hijo mío, y al rey, y no te juntes con los veleidosos» (Prov. 24: 21). 

En un antiguo matadero de carne de Nueva York, había un famoso animal llamado «Cabra Judas». Su trabajo consistía en escoltar ovejas desde la llegada del tren hasta el matadero. El macho cabrío era bello, atractivo, disfrazado de lana de cordero, y servía de líder para que las ovejas lo siguieran fácilmente. Se estima que durante su vida engañó a alrededor de cuatro millones y medio de inocentes ovejitas llevándolas hacia la muerte.

Así como este macho cabrío, Satanás se ha disfrazado de «ángel de luz» y ha conducido a miles de millones de personas hacia la destrucción (ver 2 Cor. 11: 14). Trabaja usando la mentira, la desunión, la crítica y el engaño, a través de agentes que se oponen a las enseñanzas de la Palabra de Dios. Su disidencia, una rebeldía injustificada, comenzó en el cielo, al difundir falacias entre los ángeles y provocar la guerra (Apoc. 12: 4, 7). La misma estrategia es la que utiliza hoy para destruir familias e iglesias, minando la fe de las personas.

A lo largo de las Escrituras, es evidente que varios individuos fueron utilizados por Satanás para obstaculizar el progreso de la obra de Dios. Sanbalat, por ejemplo, fue un fuerte opositor a la reconstrucción de Jerusalén después del exilio babilónico, promoviendo burlas al pueblo de Israel. El apóstol Pablo advirtió a la iglesia de Éfeso sobre la obra perjudicial de los enredadores. Dijo que, de entre el pueblo de Dios, «levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos» (Hech. 20: 30).

En nuestros días, Satanás ha descargado su odio contra la iglesia del Señor, identificada como el pueblo que «guarda los mandamientos [...] y tiene el testimonio de Jesús» (Apoc. 12: 17). A través de controversias y ataques provenientes tanto desde dentro como fuera de la iglesia, el enemigo arroja descrédito y relativización contra la verdad bíblica.

El apóstol Pedro aconseja: «Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Ped. 3: 15). Y Pablo añade: «Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error» (Efe. 4: 14).

Huye de los veleidosos, enredadores y rebeldes sin causa, y aférrate a la eterna Palabra de Dios.