20 junio | Jóvenes

Víctimas, o agentes

«La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra» (Prov. 29: 23). 

Algunos de los objetos más raros en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos son guardados en una pequeña caja azul. En el exterior de la caja, hay una etiqueta que dice: «Contenido de los bolsillos del presidente en la noche del 14 de abril de 1865». Dentro de la caja, hay cinco objetos que estaban en los bolsillos de Abraham Lincoln la noche en que fue asesinado: un pañuelo bordado con su nombre, una navaja, un estuche de gafas reparado con cuerda, una billetera con un billete de cinco dólares y algunos artículos viejos y gastados recortados de periódicos.

Estos artículos hablan de algunas de las grandes hazañas de Lincoln. Uno de ellos lo escribió John Bright, afirmando que el presidente era «uno de los hombres más grandes de todos los tiempos».

Hoy es fácil aceptarlo porque sabemos que Lincoln fue uno de los más grandes estadistas que el mundo haya conocido. Sin embargo, en sus días, no era visto así. Miles de personas lo odiaban y lo criticaban cruelmente, hasta el punto de que necesitara la afirmación personal que le otorgaban aquellos viejos recortes de periódicos.

Hay dos roles que podemos asumir en esta vida: ser una víctima, o ser un agente de cambio. Las víctimas son pasivas. Los agentes hacen que las cosas sucedan. La posición que adoptas determina el tipo de vida que llevas y, por ende, el resultado que alcanzarás.

Mucha gente vive en los rincones de la vida sufriendo y lamentándose. Algunos están convencidos de que no pueden hacer nada para cambiar su situación. Los agentes, sin embargo, son inquietos. No se dejan llevar por las circunstancias, sino que hacen todo lo posible por darles forma: toman riesgos, asumen responsabilidades, toman decisiones y avanzan en la vida.

El honor es una de las virtudes más valiosas de la existencia. No se adquiere de la noche a la mañana. Si una persona mantiene su palabra, es fiel a sus convicciones y es fiable, tarde o temprano todos sabrán que esa persona es una especie rara. Solo el tiempo revelará qué tipo de persona es realmente, si víctima o agente. Sin embargo, sus hechos revelan su carácter.

Abraham Lincoln fue una de esas personas. No recibió los aplausos que merecía en vida, pero el tiempo lo ubicó en su lugar adecuado, grabando su nombre en la historia. Haz lo que es correcto y Dios, en el momento adecuado, se encargará de honrar tu nombre.