29 junio | Jóvenes

El peligro del éxito

«¡Ay de los que son sabios ante sus propios ojos, de los que son prudentes delante de sí mismos!» (Isa. 5: 21). 

Whitney Houston es considerada una de las mejores cantantes de todos los tiempos. Con un timbre inconfundible y un impresionante rango vocal, recibió más de cuatrocientos cincuenta premios y su discografía ya ha vendido más de doscientos millones de discos.

Al principio de su carrera, vivió una experiencia inusual al cantar en una pequeña iglesia del interior de los Estados Unidos. Cuando Houston alcanzaba la nota más alta del concierto, le sorprendió otra voz que se superpuso a la suya, con una nota aún más aguda y de una calidad excepcional. Todos quedaron atónitos, incluida Houston. ¿Quién en ese lugar aislado había superado a «la voz»?

Whitney no lo sabía, pero en la última fila de esa pequeña iglesia estaba una cantante aficionada y sencilla con un rango vocal más amplio que el suyo. Después del espectáculo, presentaron a la joven a la estrella del pop. Fue un día feliz para ambas. Allí, en esa pequeña iglesia, Houston reconoció que siempre hay alguien con cualidades superiores a las nuestras.

No podemos ser lo suficientemente ingenuos como para creer que somos «el rey» o «la reina del mambo» o incluso «la última galleta del paquete». De hecho, no somos tan buenos como imaginamos. Debemos aceptar el hecho de que siempre habrá alguien más amable, inteligente, astuto y hermoso que nosotros. Así que no te frustres por el éxito de los demás.

Por otro lado, también debemos reconocer que hay personas que no poseen las capacidades que tenemos. Nadie es igual a ti, con tu personalidad, conocimientos y aptitudes. Comprender esto equilibra la autoestima, ¿verdad? Entonces, perfecciona tus cualidades. Estudia, trabaja, esfuérzate y sé lo mejor que puedas ser, para honra y gloria de Dios.
Lo que realmente importa es dirigir todo el éxito hacia el Señor. Los aplausos, las luces y las alabanzas son para Aquel que distribuye los dones.

Cuidado con el orgullo, ya que este no acepta el rechazo ni el segundo lugar. Tarde o temprano, atrapará a sus víctimas como una trampa atrapa a un ratón.

Cuando todo vaya bien, recuerda que hay Alguien más grande y mejor que tú. Y si todo sale mal, comprende que eres humano y que los fracasos forman parte del currículum de los triunfadores.