1 julio | Jóvenes
«Y la tierra fue profanada por sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto eterno» (Isa. 24: 5).
El mundo tiene seis continentes: África, América, Asia, Europa, Oceanía y la Antártida. Sin embargo, en 1997, el navegante Charles Moore descubrió otro continente: un inmenso vertedero de plástico que flota en el océano Pacífico, entre California y Hawái. Esta isla de basura, que más parece una enorme sopa de desechos, es seis veces más grande que Francia y tiene unos treinta metros de espesor. Los datos indican que este séptimo continente mide alrededor de 3,4 millones de kilómetros cuadrados y pesa aproximadamente 3,5 millones de toneladas.
Siendo una isla compuesta principalmente de plástico, es difícil de detectar por los satélites. Alrededor del 80% de estos residuos provienen de las costas marítimas y fueron transportados al océano a través de ríos y vientos. El impacto ambiental de toda esta basura es gigantesco. Se estima que un barco de gran capacidad tardaría veintisiete años en limpiar toda la superficie del agua.
Junto a este problema ecológico, en nuestro planeta se suman las cuestiones del efecto invernadero, deforestación, falta de agua potable y derretimiento de los casquetes polares. ¿Hasta dónde llegaremos? Ya en el periodo de posguerra, Albert Einstein anunció la posibilidad de que el planeta llegara a quedar destruido, no por una tercera guerra mundial, sino por los efectos de la contaminación y la amenaza nuclear. Parece que tenía razón. Nuestro planeta se ha convertido en una gran bomba de tiempo.
Según el texto de hoy, toda esta degradación es consecuencia de la desobediencia humana a las leyes de Dios. El pecado que acariciamos en el corazón ha alcanzado el suelo bajo nuestros pies y ha afectado al agua, la comida, el aire y los mares. La tierra gime por causa de nuestra codicia. En lugar de ejercer un dominio responsable sobre el planeta, el ser humano ha devastado su «hogar común».
El escenario actual del mundo exige que seamos cristianos responsables con el medio ambiente. Entonces, no desperdicies agua. Tira la basura en el lugar adecuado. Usa energía renovable. Busca seguir una dieta vegetariana. Cuida a los animales. Con estas simples acciones, demostrarás que también eres un buen candidato para el nuevo cielo y la nueva tierra.