3 julio | Jóvenes
«Entonces tus oídos oirán detrás de ti la palabra que diga: “Este es el camino, andad por él y no echéis a la mano derecha, ni tampoco os desviéis a la mano izquierda”» (Isa. 30: 21).
Si tuviera que resumir la vida en una frase, creo que sería: «Vivir es elegir». Siempre estamos haciendo elecciones. No pasará un solo día en nuestra vida sin que tengamos que tomar una decisión. Algunas son simples y cotidianas; otras son complejas, requieren reflexión y tienen implicaciones eternas. Algunas consecuencias de nuestras elecciones son inmediatas; otras solo se pueden percibir a largo plazo. Una cosa es segura: las elecciones tienen el potencial de marcar nuestras vidas.
He notado que en la vida lo más difícil no es elegir entre lo correcto y lo incorrecto. Por lo general, esas cosas están en polos opuestos y es fácil saber a dónde ir. Sin embargo, cuando estamos entre dos cosas correctas y hay que elegir una de ellas, tomar una decisión se vuelve mucho más difícil. Parece que de repente llegamos a una encrucijada y preguntamos: «Señor, ¿qué debo hacer?».
Esto ocurre porque la vida no es tan simple como algunos piensan. Dos posibilidades buenas no son iguales ni dan lugar a las mismas cosas. Cuando dos caminos tienen finales positivos y son éticamente correctos, debemos buscar la sabiduría divina, usar el libre albedrío, estar satisfechos con la decisión tomada y estar preparados para las consecuencias.
Sin embargo, entre lo correcto y lo incorrecto, siempre habrá un claro «Así dice el Señor». Su promesa para nosotros es: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti» (Sal. 32: 8-9).
Dios desea guiarnos para que podamos tomar las mejores decisiones, pero no siempre buscamos su orientación. Preferimos actuar como irracionales que necesitan un bozal para obedecer. Así que no seas cabeza dura.
Cada mañana, al comenzar un nuevo día, consulta al Señor sobre el mejor camino. No tomes atajos ni el camino de costumbre. Recuerda que Dios no promete respuestas específicas. Él garantiza orientación, señala el camino correcto y dice: «Hay dos caminos para seguir, dos señores y dos destinos. Ahora elige».
Si deseas tomar las mejores decisiones hoy, escucha la dulce y persistente voz del Espíritu diciendo: «Hijo, este es el camino».