6 julio | Jóvenes
«Porque yo, Jehová, soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: “No temas, yo te ayudo”» (Isa. 41: 13).
Una joven destruida por las drogas. Habitante de la calle, había perdido su trabajo, familia, amigos. Harapienta, no veía sentido en la vida lejos de su adicción. Llevaba consigo una pipa improvisada y una hermosa foto de su juventud. Quienes veían la fotografía y la comparaban con la imagen actual de la chica no podían creer que fuera la misma persona.
Todo comenzó con un desengaño amoroso. Para empeorar las cosas, perdió la custodia de su hija en un proceso judicial. Desde entonces, nunca más vio a la niña y nunca supo de su paradero. El desaliento se apoderó de su vida. Intentó el suicidio varias veces y terminó viviendo en la calle, hundiéndose cada vez más en el mundo de las drogas. Vivía en las aceras, destruyendo su salud y sumergiéndose en ese pozo de adicciones.
¿Cómo ayudar a alguien que decide hacer de las drogas su compañía inseparable? ¿Cómo liberar a una persona que cree que los demás quieren atraparla para evitar que disfrute de lo que más le gusta? Para esa mente adicta, los pocos minutos de placer y éxtasis al drogarse eran una forma de borrar el pasado y seguir con la vida.
Muchos se convierten en esclavos de adicciones y placeres al buscar alivio y refugio. Atraídos por la seducción del mundo, terminan aprisionados y condenándose a la destrucción. Es preocupante la cantidad de personas que buscan consuelo en sustancias estupefacientes. Esa dependencia solo produce sufrimiento y desesperanza.
La Biblia nos invita a buscar refugio en Dios. Él puede sostener nuestra mano derecha y ayudarnos a superar cualquier dificultad que enfrentemos. Para Dios no hay imposibles. Puede ser que estés atrapado en alguna adicción que ha destruido tu vida o, tal vez, te hayas conformado con buscar alivio y placer en los falsos refugios del mundo.
Te invito a buscar sentido a la vida en la Palabra de Dios. En ella, encontrarás motivos para sonreír, soñar y vivir. Tan solo preocúpate de tomar la mano del Padre, y él se encargará del resto.