7 julio | Jóvenes

Músculos espirituales

«Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible» (1 Cor. 9: 25). 

Un atleta que no disfruta del entrenamiento ni siquiera debería competir. La derrota está garantizada. Los músculos necesitan estímulos y una nutrición adecuada para desarrollarse de manera saludable. Son responsables de mantener la estabilidad corporal, posibilitar la ejecución de actividades simples, y conservar al cuerpo en posición vertical, protegiéndonos de lesiones. Cualquier movimiento que realizamos depende de uno o más músculos, por lo que es fundamental mantenerlos siempre activos y tonificados.

Tom Brady, jugador de fútbol americano, es uno de los pocos atletas que ha continuado compitiendo profesionalmente después de los cuarenta años, acumulando récords y títulos. ¿Cuál es su secreto para una vida tan longeva en un deporte tan competitivo? La respuesta es simple: entrenamiento riguroso y cuidado con la alimentación. Además de una estricta rutina de ejercicios y acondicionamiento físico, Tom ha tomado decisiones importantes sobre su estilo de vida, como dejar de comer chocolate, beber refrescos y consumir dulces en general. Cero azúcar y ningún alcohol son características fundamentales de su dieta. La razón por la que sus músculos están en tan buenas condiciones es evidente.

Hablando de músculos, ¿cómo se encuentra tu musculatura espiritual? ¿Has buscado una nutrición adecuada y has ejercitado tu fe correctamente? El apóstol Pablo recomienda que la preparación espiritual del cristiano sea mucho más rigurosa que el entrenamiento de los atletas profesionales, ya que ellos se esfuerzan por premios terrenales, mientras que el cristiano busca el premio de la vida eterna. Si el cuerpo físico apenas puede mantenerse en pie con músculos deficientes, ¿cómo podrá un cristiano vencer las tentaciones si no ejercita la fe y se nutre de la Palabra de Dios?

No seas un adversario de tu propio desarrollo espiritual. Tienes una corona eterna que ganar. Entrenar bien es crucial. Desde la primera hora del día hasta el momento de dormir, ejercita tu relación con Jesús. Aliméntate abundantemente de la Palabra de Dios y sé un verdadero atleta de la fe.