14 julio | Jóvenes
«Yo dije: ¡Ah, ah, Señor Jehová! ¡Yo no sé hablar, porque soy un muchacho!» (Jer. 1: 6).
Charlie Brown es el protagonista de una de las series de tiras cómicas más conocidas del mundo. En inglés, la serie se llama Peanuts, que significa «cacahuete». Charlie es un niño tímido que tiene de mascota un perro de la raza beagle llamado Snoopy, a quien acompaña su fiel amigo Woodstock, un pajarito amarillo.
Tanto el personaje Charlie Brown como su creador, el historietista estadounidense Charles Schulz, son hijos de barberos y tienen personalidades similares. El propio Schulz lo reconoce en su biografía al afirmar que Charlie es una especie de autorretrato: un chico introvertido, inseguro y lleno de dudas sobre sí mismo. Además, la mayoría de los personajes de la caricatura fueron inspirados en personas de la vida cotidiana de Schulz, quien incluso sufría por las burlas de sus compañeros en la escuela.
Mientras Snoopy vive como un héroe en el mundo de los sueños, Charlie es un coleccionista de fracasos en el mundo real. Ese es el centro del humor y la filosofía de la caricatura. Charlie Brown resulta cautivador por ser una imagen más o menos cómica de nosotros mismos, alguien que tiene que lidiar a diario con tristezas y frustraciones.
La Biblia cuenta la historia de un joven que también era inseguro y sensible. Su nombre era Jeremías. Cuando Dios lo llamó a ser profeta, él intentó librarse rápidamente, alegando ser incapaz para la tarea. «No sé hablar, ¡soy solo un niño!» fue la excusa del «cacahuete» de Israel. En sus dos libros bíblicos (Jeremías y Lamentaciones), el profeta registró sus aventuras, sus fracasos y sus lamentos. Por eso algunos lo llaman «el profeta llorón».
Aunque Jeremías tenía un temperamento más melancólico, Dios vio en él un gran potencial. El «profeta introspectivo» escribió uno de los libros más importantes de la Biblia y transmitió emociones y conceptos inigualables. Además, por ser un hombre honesto y de oración, Jeremías supo enfrentar desafíos como la persecución, el hambre y la soledad.
Tal vez te identifiques con Charlie Brown o Jeremías en tus fracasos e incapacidades. Quién sabe si alguna vez te has convertido en el hazmerreír y piensas que no vales mucho. Dios cree en ti. Él puede transformar a los fracasados en celebridades para su gloria. ¡No te rindas!