15 julio | Jóvenes
«No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Sino alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová» (Jer. 9: 23-24).
En la actualidad, el hombre más alto del mundo es el turco Sultan Kosen, con 2,46 metros de estatura. Vive con sus padres, tres hermanos y una hermana, todos de estatura normal. Según Kosen, entre las ventajas de ser alto está la capacidad de cambiar bombillas sin necesidad de usar una silla. Las desventajas son, principalmente, encontrar ropa y zapatos que se ajusten a su cuerpo.
En la época del rey David, existía un gigante llamado Goliat, cuya estatura era de «dos metros y noventa centímetros de altura» (1 Sam. 17: 4), y su nombre significaba «notable». Si hubiera habido un libro de récords en ese tiempo, seguramente el nombre de Goliat habría destacado especialmente. Se cree que era descendiente de Anac, quien dio origen a un pueblo alto y poderoso (Deut. 9: 2).
Cuando estalló la guerra entre israelitas y filisteos, Goliat desafió a algún hebreo que se atreviese a luchar contra él. Era costumbre, en esa época, decidir una batalla mediante un único combatiente de cada ejército. El encargado de aceptar este desafío debería haber sido el rey Saúl, debido a su elevada estatura y por tener la vestimenta adecuada. Pero el rey temió. El único valiente fue el joven David.
Imagina la escena: un joven pelirrojo, con solo una honda, un bastón y cinco piedras, desafiando a un gigante. Asumámoslo, esta lucha era completamente desproporcionada. Solo la coraza de Goliat pesaba alrededor de sesenta kilos, y su lanza pesaba más de siete. Además, el gigante estaba acompañado por un escudero. ¿Cómo podría el hijo menor de Isaí vencer al gigante más imponente del ejército filisteo?
Para empeorar la situación, la historia bíblica describe que David fue menospreciado por su hermano, por el rey Saúl y por el gigante. Pero el arma principal del joven pastor de ovejas era su confianza en Dios. No permitió que los enemigos se burlaran del Dios de Israel. Con la honda y una piedra seleccionada, David impactó directamente en la frente y el orgullo del gigante. Mientras Goliat se regocijaba en su fuerza, David depositó toda su fe en Dios.
Seguramente encontrarás gigantes en tu vida. Recuerda que el Creador es más grande y poderoso que cualquiera de ellos. Regocíjate en el Señor, y también saldrás victorioso en tus batallas.