24 julio | Jóvenes

Vuelve a empezar

«Que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias» (Lam. 3: 22). 

¿Darse por vencido, o volver a empezar? Todo depende de tu actitud y elección. Siempre que cometemos errores, inmediatamente estas dos posibilidades se presentan ante nosotros. No hay una tercera opción. Por desgracia, muchos optan por rendirse. Ignoran que, aunque volver a empezar exija más fe, determinación y esfuerzo, puede ser muy gratificante. Quienes no son persistentes siempre pensarán que rendirse es preferible a recomenzar. Por otro lado, quienes han aprendido el camino del reinicio entienden que rendirse no es más que declarar la derrota de manera anticipada.

Así es, darse por vencido es decretar la propia derrota antes del pitido final. Es cierto que no siempre ganaremos, pero aquellos con espíritu victorioso nunca abandonan el partido; luchan hasta el final. Si no obtienen el resultado esperado, ganan porque mantuvieron el coraje y la honra. Terminar luchando es la forma victoriosa de enfrentar un revés.

En la Biblia, encontramos algunos ejemplos interesantes de personajes que tuvieron que volver a empezar. Adán tuvo que empezar de nuevo después del problema del pecado; Abraham reinició su vida, saliendo de su zona de confort; José tuvo que recomenzar después de estar literalmente en el fondo del pozo; la mujer samaritana experimentó el reinicio después de seis relaciones frustradas; Pedro volvió a empezar después de negar a Jesús tres veces. Estos y otros ejemplos bíblicos muestran que los nuevos comienzos pueden ser difíciles, pero realmente valen la pena.

Así como la misericordia de Dios se renueva cada día, también deberíamos estar dispuestos a volver a empezar. ¿Por qué rendirse en la familia si el perdón es una posibilidad? ¿Por qué rendirse en la vida cristiana si la gracia es un regalo del cielo? ¿Por qué rendirse en la salvación si Jesús ya pagó el precio del pecado? ¿Por qué rendirse y no querer vivir si Jesús ya murió en nuestro lugar? ¿Por qué rendirse de soñar si el futuro solo pertenece a Dios? ¿Por qué rendirse de luchar si la victoria es una realidad en Cristo? No te rindas. Vuelve a empezar siempre con Dios.