25 julio | Jóvenes
«Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1 Cor. 15: 58).
Hacer lo mejor y no ser reconocido a veces genera frustración, por no decir resentimiento. ¿Quién no se alegra al recibir el reconocimiento debido por una tarea bien ejecutada? Los grandes líderes pronto aprenden el poder del elogio y la fuerza del reconocimiento. Pero no todos tienen el don de elogiar.
Hay personas que logran ver un defecto entre mil aciertos y, aun así, no pueden dar el debido valor a quien acertó mil veces. Lamentablemente, mucha gente solo sabe criticar. Aquellos que actúan de esta manera no pueden dejar un legado positivo y, por lo general, cosechan la soledad como recompensa.
Un grupo de jóvenes se reunió para llevar a cabo una actividad de ayuda social y cavar el hoyo del pozo de agua para una iglesia recién construida. Viajaron largas distancias hasta la comunidad donde se realizaría esta noble acción. A pesar de que la iniciativa era loable, había obstáculos que superar. Algunos dirigentes de la iglesia pensaban que los gastos de transporte y alimentación serían mayores que la aportación que estos jóvenes podrían brindar.
En general, este tipo de labores sociales no son muy productivas. Irónicamente, ese día sucedió lo contrario. El trabajo avanzó. Los jóvenes no solo cavaron el hoyo, sino que también construyeron todo el muro interno del pozo. Solo faltaba la tapa, por una cuestión técnica. Cuando uno de los ancianos evaluó el trabajo, exclamó: «¿No os dije que no funcionaría? Solo cavaron el hoyo y se fueron. Ahora alguien puede romperse la pierna allí». Cuando el pesimismo toma el lugar del reconocimiento, solo hay un resultado: el fracaso.
¿Alguna vez te has sentido tentado a dejar de hacer lo mejor para Dios solo porque lo mejor que pudiste dar no fue reconocido por otras personas? ¡No caigas en esa tentación! No dejes que la oposición del enemigo te desanime. El diablo es un experto en eso y puede usar incluso a personas de la iglesia para llevar a cabo esta obra maligna.
¡Sigue adelante! Da lo mejor de ti a Dios porque, para él, todo lo que hagamos, aunque sea una contribución considerada pequeña por los seres humanos, no quedará sin la debida recompensa. Dios es justo y amoroso. Él sabe reconocer el esfuerzo de aquellos que depositan toda su confianza en él.