31 julio | Jóvenes

Valle de los huesos secos 

«Así ha dicho Jehová, el Señor, a estos huesos: “Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis”» (Eze. 37: 5).

¿Qué podemos aprender en el valle de los huesos secos? El Eterno es el Dios que da vida. Dios se deleita en restaurar. Y la restauración de la vida comienza con la Palabra de Dios.

El profeta Ezequiel estaba en el lugar santísimo del santuario cuando Dios le dijo que realizaría un santo trasplante, quitando el corazón de piedra de su pueblo e implantándoles un corazón nuevo. Prometió poner su Espíritu viviente dentro de nosotros, de manera que fuéramos capaces de hacer su voluntad (ver Eze. 36: 26-27). ¿Sabes lo que hizo después? Tras revelar esto, llevó al profeta a un valle de huesos secos y allí le ordenó que profetizara la resurrección de esos esqueletos.

El profeta obedeció, y el Señor fue juntando hueso con hueso. De repente, los esqueletos fueron ensamblados. Y no solo eso. A través de su palabra en la boca del profeta, Dios puso carne, tendones, músculos y piel en esos cuerpos muertos. Aún faltaba el acto final. Entonces, Dios preguntó: «¿Podrán vivir de nuevo estos cadáveres?». Ezequiel respondió: «Señor, ¡no dudo de nada más! Tú lo sabes». «Entonces profetiza a los vientos, y mi Espíritu entrará en ellos», fue la respuesta de Dios (cf. 37: 3-4).

El Espíritu entró en ellos, y se formó un gran ejército. En nuestros días, Dios también quiere resucitar a su pueblo, especialmente a la juventud. Elena G. White dice: «Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!» (La educación, pág. 244).

Estos huesos secos representan a la iglesia de Dios hoy. Puedes mirar al pueblo y pensar que muchos están vivos, pero no lo están. Les falta poder. ¿Puede Dios levantar una generación viva hoy? ¿Crees que puede ocurrir un Pentecostés en la iglesia de nuestros días? Sucedió una vez, puede suceder de nuevo.

Si alguien te pregunta qué hizo Jesús en tu vida, mi oración es que estés listo para responder sinceramente: «Yo estaba muerto, pero ahora estoy vivo».