8 agosto | Jóvenes

Efecto mariposa

«Porque sembraron vientos, segarán tempestades» (Ose. 8: 7). 

El 19 de febrero de 1998, los ordenadores del sistema de pronóstico meteorológico de los Estados Unidos informaron sobre la formación de una tormenta tropical en el estado de Luisiana. Al mismo tiempo, un meteorólogo de la misma agencia descubrió una pequeña diferencia en el desplazamiento de las masas de aire en la región de Alaska. Debido a estas diferencias, se produjo una realimentación de datos en las computadoras. Cuando se volvieron a calcular, los meteorólogos predijeron que la tormenta tropical en Luisiana no ocurriría, sino que se formaría un fuerte tornado en Florida, lo cual sucedió el 22 de febrero de 1998.

Este es un ejemplo del «efecto mariposa», observado por primera vez en 1963 por el matemático y meteorólogo estadounidense Edward Lorenz. El efecto mariposa es parte de la teoría del caos, que afirma, en líneas generales, que un pequeño cambio al principio de cualquier evento puede tener consecuencias enormes y desconocidas en el futuro.

Lorenz desarrolló un modelo que simulaba en el ordenador la evolución de las condiciones climáticas. Tras introducirle los valores iniciales de vientos y temperaturas, la máquina se encargaba de simular la previsión del tiempo.

Lorenz observó que las pequeñas modificaciones en las condiciones iniciales provocaban efectos desproporcionados.

Basándose en sus observaciones, Lorenz formuló ecuaciones que mostraban el mencionado «efecto mariposa». Según él, «el aleteo de las alas de una simple mariposa podría influir en el curso natural de las cosas y, así, provocar tal vez un tifón al otro lado del mundo». ¿Curioso, verdad?

La constatación de Lorenz nos llama la atención sobre pequeñas situaciones de la vida que pueden causar resultados catastróficos. Como ocurre en el caso de una avalancha, que comienza con una piedrecita que se desprende de la cima de la montaña y se convierte en una inmensa masa de nieve y hielo, nuestras palabras, gestos y acciones imprudentes pueden desencadenar una avalancha de problemas. El profeta Oseas ya había advertido, como vemos en el texto de hoy, que quien siembra viento cosecha tempestad.

¿Qué estás sembrando en tu vida? ¿Cosas buenas o malas? Ten cuidado con las pequeñas «mariposas» que provocan huracanes de problemas. Busca a Dios en primer lugar, y él cuidará de tu «pronóstico del tiempo».