15 agosto | Jóvenes
«En esta nueva vida […] Cristo es el todo y en todos» (Col. 3: 11).
Su nombre era Juan. Todos los días, su madre lo despertaba a las cinco de la mañana con estas palabras:
—Juan, hijo, ¡despierta, tendremos un día maravilloso!
Esa era la salutación de su madre todos los días. Un día, la puerta se abrió y la madre dijo:
—Juan, hoy será un día maravilloso.
Pero él ni se movió. Entonces ella le preguntó:
—¿Hijo, qué te pasa?
—El día de hoy no va a ser nada bueno. Va a ser terrible.
—Pero ¿qué ha sucedido, hijo? ¿Por qué dices eso?
—Estoy cansado y tengo frío. El día de hoy no va a ser nada bueno.
—Lo siento. No sabía que te sentías así. Sigue acostado, no hay problema.
Entonces, ella cubrió a su hijo, cerró la puerta y se fue. Cuando la madre salió de la habitación, Juan se dijo con ironía: «¡Guau! ¿Por qué no pensé en esto antes? ¡Es fantástico!». Y siguió acostado. Alrededor de las nueve de la mañana, Juan comenzó a despertar. Sintió el delicioso olor de las tortitas frescas. Se levantó, bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Al verlo, la madre preguntó:
—¿Qué haces aquí?
—¡Vengo a desayunar!— le respondió Juan
—¡No! Decías que hoy sería un día terrible. ¡Vuelve a tu habitación!— replicó su madre.
Y tuvo que quedarse todo el día allí. Las horas pasaban lentamente. Tenía hambre. Quería levantarse, pero no podía. La noche llegó y el sueño no venía; a medianoche, las horas no pasaban. Ya le dolía hasta la espalda de tanto estar acostado. A las tres de la mañana, no podía dormir más. A las cuatro, Juan se levantó, se vistió, se sentó en el borde de la cama y esperó. A las cinco de la mañana, escuchó los pasos de su madre que venían en dirección a su habitación. Cuando se abrió la puerta, Juan se puso de pie y dijo:
—Mamá, ¡hoy será un día maravilloso!
Cada uno puede elegir con qué actitud encarará su día. Si bien el principio bíblico es claro, la Biblia no describe la forma exacta como debe vivir un joven de actitud positiva. Aun así, no es difícil reconocer cuándo estamos frente a alguien que ha encontrado la mejor versión de sí mismo. Tú también puedes hacerlo. Repite conmigo: «¡Hoy será un día maravilloso!». Ahora, asume esa actitud.