16 agosto | Jóvenes
«Soportaos unos a otros» (Col. 3: 13).
Mientras exista el mundo, personas de distintas edades tendrán divergencias de opinión o de inclinaciones, ya que ven la vida a través de «lentes» y sentimientos diferentes. Para algunos, lo más importante es gozar de comodidad y estabilidad. Para otros, lo que importa es reír, divertirse y disfrutar de lo bueno. ¿Cómo lidiar con esas diferencias?
Una vez, dos compañeros de trabajo viajaron juntos. Cuando llegaron al transbordador, el más viejo le dijo al más joven: «No entres aún con el coche». El otro respondió: «¡Pero somos los primeros! ¿Por qué no?». El colega explicó: «Los que entran primero son los últimos en salir. ¡Aprende!». El joven consintió, aunque descontento. Quería entrar y disfrutar del viaje. Cuando casi todo el espacio estaba ocupado, frente al último lugar disponible, el más viejo dijo: «Ahora puedes entrar. ¡Aprende!». Justo cuando el ferry comenzaba a alejarse del muelle, se escuchó la estridente sirena de una ambulancia que se acercaba presurosa. Se dio la orden de que la embarcación regresara. Cuando atracó, un empleado señaló el último vehículo en la fila y gritó: «¿De quién es este coche?». El joven respondió: «¡Es nuestro!». El empleado le dijo: «Entonces sacadlo de ahí. La ambulancia tiene prioridad». Mientras el transbordador se alejaba del puerto, los dos compañeros, frustrados, tuvieron que esperar hasta la próxima embarcación. «¡Aprende, ¿lo has entendido? Aprende!». Ninguno de los dos pudo olvidar estas palabras después de lo ocurrido.
En la vida, podemos tener experiencia, inteligencia, visión e incluso sabiduría, pero no siempre podemos acertar. Somos falibles, incluso los más perspicaces. En general, lo que realmente funciona en las relaciones humanas es el amor y el respeto. En cada pueblo, época y lugar, hay buenas formas de demostrar esto, tanto a los más viejos como a los más jóvenes. Pedir disculpas, decir «gracias», reconocer los errores cometidos, moderar el tono de voz, no hablar con ironía, renunciar a la venganza, dejar de montar berrinches y ponernos en el lugar del otro, tratando de comprender sus sentimientos, todo esto marca una gran diferencia. Es de esto de lo que habla la Biblia cuando sugiere que nos «soportemos» mutuamente. ‘Soportar’ significa brindar apoyo, respaldo, colaboración y perdón. Es esto lo que Dios espera de nosotros. Si lo pides con fe, él llevará a cabo esta obra en tu vida. ¿Deseas hoy esto de todo corazón?