18 agosto | Jóvenes

Piedras

«Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Fil. 1: 6). 

El mercado de piedras preciosas moviliza miles de millones de euros cada año alrededor del mundo. Desde las más simples hasta las más caras, como el diamante, la búsqueda de estas gemas aumenta cada día. Encontrar piedras así en la naturaleza no es tarea fácil. Por lo general, están cubiertas por densas capas de tierra, rocas y, en algunas circunstancias, bajo el agua. Ninguna piedra se encuentra pulida o tallada. La forma bruta en la que se muestran en la naturaleza puede engañar a un buscador aficionado.

El proceso por el cual estas rocas pasan de la fase bruta a la refinada es fascinante. En este trabajo, las impurezas son eliminadas y los residuos, removidos. El pulido permite alcanzar el brillo deseado. Encontrar la piedra y trabajarla son necesidades de importancia equivalente.

Cuando se trata de la vida espiritual, el proceso no es diferente. Dios encuentra al ser humano en un estado deplorable y bruto por hallarse sumido en el pecado. Los agentes divinos cumplen la misión de ir en busca del perdido y rescatarlo para Dios. La obra del Espíritu Santo en la vida del pecador es una obra de tallado, purificación y refinamiento hasta que el ser humano es transformado a la imagen de Cristo.

Según Filipenses 1: 6, esta obra dura toda la vida. Es un proceso continuo de santificación que debe prepararnos para la eternidad al lado de Jesús. En este versículo, se nos informa que Dios no tiene la intención de abandonar la noble misión. Él terminará la obra que comenzó, a menos que interrumpamos ese proceso por nuestra libre y espontánea voluntad. Por su parte, Dios desea transformarnos por completo.

Cuando nos miramos a nosotros mismos, tenemos la percepción clara de que este cambio no es posible. ¡Pero no te desanimes! Dios nos mira y no ve perfección, pero considera nuestro potencial. Si creemos y permitimos que el Espíritu Santo haga su obra en nosotros, podemos ser transformados en piedras de gran valor.

A los ojos del Creador, eres una piedra preciosa. Permite que él talle y moldee tu vida hoy.