21 agosto | Jóvenes
«Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios» (1 Tes. 5: 6).
Según los expertos, gran parte de los accidentes de tráfico ocurren cuando el conductor está cerca de llegar a su casa. Después de recorrer un largo trayecto, tal vez durante dos, tres o cuatro horas, cuando ya está cerca de su hogar, generalmente se relaja y disminuye el nivel de atención. En otros casos, es vencido por el sueño y el cansancio. ¿Has enfrentado esta situación?
Así como sucede en el tráfico, todo cristiano corre el riesgo de relajarse y «bajar la guardia» en su viaje hacia el cielo. Por eso en varios textos de la Biblia se nos invita a la constante vigilancia. Jesús dijo: «Velad y orad para que no entréis en tentación» (Mat. 26: 41). El apóstol Pablo también aconsejó: «Velad, estad firmes en la fe» (1 Cor. 16: 13).
Velar (o vigilar) significa «prestar atención, mantenerse despierto, estar alerta todo el tiempo». Es un elemento tan esencial para la vida cristiana como la oración. Elena G. White escribió: «Satanás observa ansiosamente para hallar desprevenidos a los cristianos. ¡Oh, si los seguidores de Cristo recordaran que la eterna vigilancia es el precio de la vida eterna!» (Alza tus ojos, pág. 198).
En varias ocasiones, Jesús abordó la cuestión de la vigilancia espiritual. Por ejemplo, en la parábola de los dos siervos (ver Mat. 24: 41-48) contrastó el comportamiento del siervo fiel, que en ausencia de su señor procuró cumplir todo lo que se le había ordenado, con el del siervo malo, que vivió como si el señor nunca fuera a regresar. La vigilancia aquí significa obediencia y servicio. Es así como el Señor desea encontrarnos cuando regrese a la tierra.
En tu caminar cristiano, no dejes de leer la Biblia, orar y asistir a la iglesia (Heb. 10: 25). Y mientras esperas el regreso de Jesús, procura trabajar para él. ¡Da frutos en tu ministerio! La palabra ‘almendro’, en hebreo shaqed, tiene la misma raíz que el término «vigilante». El almendro es el primer árbol en despertar del «sueño invernal» y florecer. Es como si estuviera vigilando la llegada de la primavera. Así es como Dios quiere ver a los jóvenes de hoy: despiertos y activos, en plena comunión y acción.
Permanece «despierto» en este día. Da frutos para el Señor. ¡Solo un poco más y llegaremos a casa!