29 agosto | Jóvenes
«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres» (Mat. 5: 13).
Estaba en una exposición donde un artista hacía caricaturas, y dos amigos que me acompañaban pidieron al pintor que les hiciera un retrato a ellos. Luego, ambos empezaron a animarme a pedirle lo mismo. No fue difícil convencerme. Pero, cuando estaba posando para mi retrato, comencé a cuestionar mi decisión. Los ojos del artista me miraban mientras sus manos dibujaban. Levantaba los ojos, miraba mi rostro por unos segundos y se inclinaba hacia el papel. Las personas que pasaban por allí se detenían y miraban hacia mí y luego hacia el papel. Y nerviosamente me preguntaba: «¿Cómo me ve él? ¿Qué rasgos va a resaltar?».
Cuando su «obra» estuvo lista, la giró hacia mí. Confieso que me decepcioné. Sé que una caricatura es un retrato peculiar, pero esa quedó extraña. El artista suavizó algunos de mis rasgos y me hizo parecer unos diez años más joven. El resultado fue raro.
El reino de Dios cambia nuestra forma de pensar y vivir. Un nuevo conjunto de valores altera nuestro pasado, presente y futuro. El reino es el gobierno de Dios en nuestra vida, y nos motiva a vivir de manera diferente. ¡Pero deberíamos ser diferentes, no raros!
Según el versículo de hoy, esto es lo que te dijo Jesús: «Eres la sal que da sabor al mundo que te rodea». Para eso sirve la sal. La sal en la cantidad correcta en la comida la hace sabrosa y marca la diferencia.
El mundo en el que vivimos no tiene sabor. Al menos, no el sabor de una vida plena. Jesús dijo que vino para dar vida y vida en abundancia (Juan 10: 10). La mayoría no sabe lo que eso significa. Tenemos a nuestro alrededor personas que no conocen la verdadera alegría. Algunos viven desesperados en medio de una vida vacía.
El Sermón del Monte es el manifiesto del reino de Jesús, las intenciones de su gobierno. En este pasaje de las Escrituras, aprendemos que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos para una vida plena. Entendemos que la vida consiste en ser feliz en él. Y que existimos para dar sabor al sinsabor del mundo.
Para mí, el mejor título para este sermón sin igual sería: «Vive la diferencia en Cristo». En esa montaña, Jesús ofrece un estilo de vida totalmente opuesto al sistema del mundo. Él espera que hoy te extiendas como «sal» para mostrar en cualquier lugar la diferencia que el evangelio ha hecho en tu vida.