31 agosto | Jóvenes

Una vida con sentido

«¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?» (Mat. 6: 25). 

Vivir es un arte que demanda sabiduría. Cada segundo que pasa es un ladrillo que colocamos en nuestra propia existencia. ¿Cómo va la construcción de tu «casa»? ¿Qué elecciones, relaciones y estilo de vida has empleado en este proceso? Recuerda que la vida no tiene ensayos. La forma en la que construimos nuestro presente determina el legado que dejaremos para el futuro.

Cuando observamos la vida en su totalidad, descubrimos cosas interesantes. Por ejemplo, ¿sabías que las personas que consumen carne pueden llegar a comerse hasta siete mil animales a lo largo de su vida? ¿Qué tipo de alimentos has estado ingiriendo? ¿Sabías que alguien que llega a los setenta años ha caminado, en condiciones normales, lo suficiente como para dar cinco vueltas alrededor del planeta Tierra? ¿Por qué caminos has estado transitando? ¿Sabías que la cantidad de saliva que una persona produce en toda su vida podría llenar dos piscinas enteras? ¿Qué tipo de palabras sueles expresar? ¿Sabías que una persona pasa, en promedio, cerca de seis años de su existencia literalmente soñando? ¿Qué pensamientos nutren tu mente durante el día que luego se convertirán en tus sueños?

La vida pasa rápidamente y necesitamos reflexionar sobre sus desarrollos. ¿Qué has estado persiguiendo? ¿Ropa? ¿Dinero? ¿Comida? ¿Qué es esencial para ti? En el Sermón del Monte, Jesús nos alertó sobre una existencia fútil, sin propósito, de personas que viven solo para comer, beber y vestir.

Dios espera mucho más de nosotros. La vida es mucho más importante que la marca de nuestra ropa o el sabor de nuestra comida. En lugar de gastar tu tiempo y recursos en esas cosas, invierte en conocimiento y en el servicio al prójimo. Escribe un libro, haz misiones en otra ciudad, compra cestas básicas para los necesitados, publica mensajes de esperanza en Internet. ¡Hay tantas cosas que podemos hacer si simplemente organizamos mejor nuestras prioridades!

Entre tantos propósitos nobles, no podemos olvidar el principal: buscar el reino de Dios en primer lugar. Si hacemos eso, todos los demás «ladrillos» serán añadidos, y tendremos una hermosa «casa» para albergar a aquellos que han perdido el sentido de la vida.