9 septiembre | Jóvenes
«Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones» (Mat. 28: 19).
Existen cinco textos en la Biblia que hablan de la Gran Comisión. En Marcos 16: 15, vemos el alcance de esta orden. Dice que debemos llevar el evangelio a todas las personas. En Lucas 24: 47-48, encontramos el contenido de la Gran Comisión. Nuestro mensaje debe ser de arrepentimiento y perdón de pecados. En Juan 20: 21, descubrimos quién nos envía: Jesús. En Hechos 1: 8, reconocemos la manera en la que la misión se puede realizar: por medio del poder del Espíritu Santo. Por último, tenemos Mateo 28: 16-20, que revela la extensión de la Gran Comisión: todo el mundo. Estas fueron las últimas palabras de Jesús antes de su ascensión. Contienen las instrucciones finales de Cristo para su iglesia: «Haced discípulos en todas las naciones» (vers. 19). Hacer discípulos define nuestra misión.
Ser un discípulo de Jesús significa que él tiene más de ti hoy de lo que tenía ayer y más de ti mañana de lo que tiene hoy. Por lo tanto, el discipulado es un proceso de crecimiento que nos lleva de la infancia a la madurez espiritual, con la condición de reproducir ese proceso en la vida de otros.
La iglesia es el lugar donde Dios produce personas que piensan, hablan y actúan de manera muy parecida a Jesús. Y el discipulado es el instrumento para eso. Jesús mismo dijo: «Basta con que el discípulo sea como su maestro» (Mat. 10: 25, NVI).
Nuestra misión principal es ir y hacer más discípulos. Esa fue la orden de Jesús. Los discípulos generan discípulos. La pregunta es: ¿Estamos haciendo conversos o discípulos? Las personas que se están sumando a la iglesia, ¿trabajan seriamente para llevar a otros a Cristo?
¿Conoces la historia del perrito que tenía una pata rota y fue encontrado por un veterinario? Lo llevó a su clínica, lo curó, lo cuidó y, cuando se recuperó, tras abrirle la puerta, el perro salió corriendo. Al día siguiente, el veterinario escuchó el ruido de algo arañando su puerta. Era el perro, que había vuelto con otro animal herido. Esta historia ilustra una verdad: aquellos que han sido sanados recomiendan a su médico; así también aquellos que han sido salvados llevan a otros a los pies del Salvador.