11 septiembre | Jóvenes

Inteligencia al servicio de dios

«Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús» (2 Tim. 3: 15). 

¿Conoces a alguien que tenga una «memoria de elefante» o una mente superior? Es cierto que algunos nacen con un cociente intelectual privilegiado, pero no todas las personas consideradas geniales tienen esta condición. Hay genios innatos que se destacan desde la primera infancia, pero también hay genios esforzados cuya capacidad se desarrolla con dedicación.

El talento ayuda, pero la disciplina conquista. El talento es importante, pero la preparación y la persistencia tienen la última palabra cuando se trata del éxito. Entrenar la mente y disciplinar las emociones no solo es deseable, sino también esencial. Un cuerpo acostumbrado a tener cada deseo satisfecho se está anticipando a un fracaso inminente.

John Andrews, uno de los pioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, fue un genio. Su brillante memoria le permitía recitar todo el Nuevo Testamento de memoria. Fue un gran intelectual y el primer misionero enviado por la iglesia al campo misionero en el extranjero. La carta dirigida por los líderes de la iglesia a los hermanos que lo recibirían en Suiza decía así: «Les enviamos a nuestro hombre más capaz». Lamentablemente, John Andrews murió joven. Sin embargo, dejó un gran legado. Andrews fue un ejemplo de alguien que utilizó su inteligencia para la gloria de Dios.

La disciplina también es muy importante en la vida espiritual. Mentes entrenadas para comprender, memorizar y enseñar el evangelio pueden realizar una gran obra. Consciente de esto, Pablo aconsejó a Timoteo que permaneciera en el conocimiento y mantuviera su convicción en las cosas que había aprendido desde la infancia. La mente de Timoteo fue entrenada y preparada a lo largo del tiempo para ser una bendición. De la misma manera, el Señor te pide que entregues a él tu corazón y tu mente para que sean instrumentos de bendición para la humanidad. ¿Aceptas este desafío?